miércoles, 9 de marzo de 2011

SIETE MINUTOS PARA EL CAOS


Ojalá hubiese empezado esta historia un poco más temprano, tendría más tiempo para relatar lo que está sucediendo, pero no se me había ocurrido hasta ahora. Estoy aquí, sentado, viendo todo. Pero sólo me quedan siete minutos.
            Número cabalístico, idea idiota de sobrevivir. Nostalgia de una vida que alguien leerá. No sé cómo puedo tener cabeza para desperdiciar mis últimos seis minutos en algo así, tal vez sean sólo mis últimos minutos de conciencia. Tengo unos audífonos puestos y escucho la quinta de Mahler. No lo decidí yo, ella me buscó. Y ahora me quedan sólo cuatro minutos porque me quedé pensando en Mahler, en su quinta, en mis oídos, en mis sentidos. Un minuto, indispensable.
            Ya escucho los gritos, escucho el ruido de la muerte cuando no se anuncia, el ruido de un silencio puro y sutil. Un silencio que me dice que algo sucederá, lo alcanzo a percibir tal como un perro percibe un temblor en la tierra. Y ahora sólo me quedan dos minutos para terminar de relatar lo que estoy viendo, a quién le importa qué es lo que estoy pensando, esto lo puedo pensar en cualquier momento, pero saber qué piensa una persona en el último minuto de su vida cuando sabe que está a punto de morir. Mahler o Chopin da igual, todo da igual menos lo que veo. Y ya no me queda tiemp

Y mientras en el caos un impulso egoísta se apodera de la luz, el mundo simplemente para de girar. Como corazón dejando de latir. Sin más, sin nuevas lunas ni soles viejos. Sin humanos inocentes que crean que podrán sobrevivir.
            Sus cuerpos y sus mentes. La explosión del instrumento del placer. Ingenuas almas que pensaban que sabían. Nadie sabe.
            Nos encontraremos tarde o temprano. En donde menos lo esperes. 

lunes, 7 de marzo de 2011

LO QUE ME QUEDA POR VIVIR - ELVIRA LINDO (BREVE RECOMENDACIÓN)


No me preguntes porque hay muchas cosas que soy incapaz de contestar. No pregunten y no esperen respuestas en lo que están  a punto de leer: no las hay. Porque tampoco las encontré en el texto del que hablaré, encontré preguntas, sentimientos, encontré una fuerza que es mía y no lo es. Una fuerza parecida a la inercia en el espacio. Encontré algo que no sé siquiera cómo llamar.
            El libro se llama Lo que me queda por vivir. Y con todo lo que abarca esa respuesta a una pregunta hecha a posteriori, no me quedó más que cerrarlo con una lágrima, porque es mío. Tan mío que dolió, tan mío como mía debería de ser toda la literatura que pasa por mis ojos. Lo que me queda por vivir, lo que te queda por vivir, lo que nos queda por vivir. Da igual, Antonia y su historia. Tan madura, tan adolescente, tan perdida y tan centrada. Antonia y la vida sin madre de una madre.
            Antonia y mi propia vida sin madre. Antonia y sus ganas de vivir, de pasar de largo una realidad soñando. No hay respuestas ni consejos en el texto. Hay verdades sin esconder, y otras encerradas en un laberinto buscando un camino de salida. Hay historia y decepción. Hay imágenes, porque las imágenes existen. Y las imágenes son de nosotros mismos. Vislumbrados. Inocentes. Indefensos y poderosos a la vez. Imágenes al fin que quieren capturar nuestros instintos de poder.
            Y para mí, hay un sillón y algunos amaneceres. Una lágrima, una sola, que no fue llorada sino parida. Una sola lágrima intentando decirme cosas que no supe entender, tantas palabras a la vez que se volvieron ruido. Estuve corriendo por las casas de mi juventud, por mi visión del campo y mi traducción de éste hasta convertirlo en una infancia judía que la autora no pudo tener. Pero que revivió con igual magnitud mientras yo leía un libro que de haber sido mujer y madre hubiese querido escribir sin contar mi propia historia; pero, al igual que todas las historias, habiéndola contado.
            Elvira Lindo escribe para nosotros Lo que me queda por vivir. Y me regala un instante de sueño, magia y ese dolor que busca revivir un pasado quizá mejor visto a través de los años, quizá no. Pero muerto al fin.
            Una de las maravillas literarias en español del siglo XXI. Con todas sus letras y sus páginas. 

¿Y ÉSTE QUÉ?

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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