sábado, 31 de octubre de 2009

TU CARA A LA LUZ

Aquí se bebe el día
Del barro al muelle del muelle al alba
Aquí se bebe el día
Criatura desterrada inmaculada
Pretensiosa
Aquí se bebe tu mirada

Tiritan las verdades
Cual estampas de deseo
Cual cenizas de la lluvia
Aquí se bebe la mañana
La semana
Los hechizos
La luz del sol avergonzada
Aquí se bebe la mañana

Tu ternura perseguida
Dientes de carbón lengua de lava
Aquí se bebe la nostalgia
Sueños de día
Presencia de mañana
Mi bella y cruel
Noche abandona
Todos los poetas
Y algunos
Todos mis poetas
Acomodadores de palabras
Aquí se espera la mañana

Entre uñas recortadas
Y pasiones enlodadas
Respiramos la nostalgia
Aquí se bebe el día
En la copa del secreto pleno invierno
En la copa del consuelo
Aquí se bebe madrugada
Somos dos
Y ya no estàs
Te has ido
Perdido
Decidido
Tierno encuentro
Dulce aliento
Aquí se bebe el día
Repleto de esqueletos
De abandono entre los autos
De luces de ciudad
Y reseñas de basura

Aquí bebemos día
Cada día
Entre pasión y alegría
Aquí se bebe el día
Y corremos
De la mano
A mi guarida

viernes, 30 de octubre de 2009

CUANDO DESPIERTAS

Ya no quiero
Sueño madrugada
Pero te quiero

Ya no quiero cuando sueño
Madrugada
Verte venir
Pero te quiero
Y necesito de ti

En las noches duele
La luna duele
El sueño duele
Ya no quiero
Y te quiero
Ambigua estrella
Necesito de ti

Solitaria compañera
Ya no quiero
Y te quiero
Y te busco
Y te espero
Te quiero
Solitaria compañera madrugada
Tus ojos
Tu lengua
Mis oídos
Y tu amor

Te sueño y te tengo
Te pierdo
Sin perderte
Te tengo y no quiero
Ya te quiero
Y te quiero tener
Eres hermosa y eres mía
Estrella ambigua
Eres lejana
Y estàs cerca.

Te extraño
Noche inquieta
Te desvisto entre la niebla
Ya no quieres
Y te quiero
Madrugada te besé
Enviado desde mi Blackberry® 3G de Iusacell.

jueves, 29 de octubre de 2009

HACE FALTA

Hace falta un poema
en la noche que es mañana
En el sol y en tu memoria
Hace falta un poema
que diga que te amo
entre sonidos de motores

Hace falta un poema
Sol y angustia
Mañana nublada
Presencia perfecta
Locura compartida
Navío y naufragio
Hace falta un poema

Describiendo tu belleza
Dibujando tu paisaje
Hace falta un poema besando tu imagen
Saboreando tu ausencia
Sufriendo tu ausencia
Viviendo en tu ausencia
Hace falta un poema
Temor y poesía
Nosotros constante

Hace falta un poema
para amanecer en tus brazos

miércoles, 28 de octubre de 2009

SIN TI

Una noche. Tarde amarga. Despejada despedida potencial. Miedo intenso. Sol naciente. Una noche tarde amarga lluvia y mar. Somos dos. Tengo una vida. Tu presencia mi locura y tu lugar.
Enviado desde mi Blackberry® 3G de Iusacell.

martes, 27 de octubre de 2009

PERDÓN Y DESCONCIERTO

Qué difícil es luchar con las palabras
Con el símbolo sagrado y su motor
Qué difícil apagar la llama eterna
Suave desconcierto
Ella es nube que atesora cada cielo
Es la página dorada
Ella es simple en la razón y los secretos
El emblema de la luna en mi colchón
Qué difícil es luchar con las palabras

Suave desconcierto
En tus labios el altar de mi perdón
Luz aroma y cuerpo
Suave desconcierto
Qué difícil deambular por tu pasión
Somos dos en vez de uno
Somos uno cuando llega el corazón
Somos piel
¿Qué más nos queda?
Somos besos disfrazados de ilusión
Qué difícil caminar sin ese olor

Ella es agua que se filtra por mis venas
Manantial pureza firme
Ella es lumbre que calienta mis recuerdos
Qué difícil insinuar cuando es amor
Suave desconcierto
Despelleja tu consciencia a mi perdón
Llega ella en plena madrugada
Cristal fresco
Sollozando por mi estúpida canción
Imagino que solloza y me hace suyo
Imagino que me extraña
Madrugada
Fresco aliento Amparado corazón en mi ilusión

Determina cada noche mi impaciencia
Mi paciencia
Mi locura
Mi razón
Su belleza mis palabras
Suave desconcierto
Qué difícil darse cuenta del amor.

lunes, 26 de octubre de 2009

ESCAPANDO

Escapar del crucigrama
enredados en semillas
Descubrir por la mañana 
el instante de tu voz
Somos paz
Sudor
Saliva
Ahuyentando a toda costa 
al exceso de ilusión

Escapamos de rodillas 
La sonrisa atada a cuestas
El instinto aventurero 
de gorrión y ruiseñor
Las montañas y la luna 
Por un día
La verdad y la mentira 
con la carne y con la flor
Mar
oscuro
Dulce aliada
La mitad de la nostalgia
en
tu pecho y en tu sol

Somos dos
Ardor y aliento
Escapando del temor y el descontrol
Decididos a sellarnos
A forzarnos a rendirnos con honor
Eres sueño 
Tibio infierno
Eres fuego escapando del calor
Eres alas
Fin del cuento
Sólo besos en la lengua del dragon

Cuando escapas
Escapamos
Y volamos
Ahuyentamos beso intenso
con la punta de un abrazo
al corazón
¿Quién te teme despedida?
¿
Quién ha muerto escapando del amor?
¿
Quién te sueña sexo y vida?
¿
Quién se fuga cada noche en su balcón? 

Escapando del crucigrama 
por tu ombligo
Por tu cara por tu noche y tu vapor
Escapando a toda costa del olvido
Una tarde 
Una mañana
En tu calor

domingo, 25 de octubre de 2009

SENSUALIDAD

Tus ojos espantados. Primer paso. Abrazados, casi abrazados, desnudos mucho más allá de la piel. Tus labios inmóviles. Mis labios. No soy una persona paciente. Tienes que saberlo. Tú inventas mi paciencia, la descubres mientras mi cuerpo descansa despacio en tu cuerpo. Segundo paso. Nuestras caras. La piel de tu mejilla, despacio, seduciéndome. Con paciencia. Con tiempo, nos pertenecemos. Lo sentimos. Tacto. Sólo tacto. Besos de verdad: inmóviles: secretos. Sólo tú y yo sabemos que son besos. Y lo son. 
Ojos cerrados de pasión y lentitud, para abrir camino de nuevo a los ojos espantados, a la boca de sorpresa, al silencioso gemido de sentir que te penetro. Despacio. Cuerpos inmóviles. El ritmo lo marca el latido. Y ya. Tercer paso. Nuestras caras. Nuestros labios pegados sin moverse, nuestro sexo. Sólo nuestro. Despiadado. Quieto. Absoluto. Tu serenidad desesperada enseñándome a sentir. Con un abrazo, orgasmo mutuo. Y nuestros labios inmóviles, pegados, apenas nos permiten gemir. De nuevo, tus ojos espantados, fuerte abrazo. Cómplice sonrisa de paz. Y tu cuerpo con el mío se confunde para descubrir el inicio de la eternidad.

sábado, 24 de octubre de 2009

ERES SONIDO

No es mi paz
ni mi memoria
ni los roces clandestinos
con tu piel

No es el sol de desayuno
lluvia ausente
Es la sabia intimidad
que desnudé

No es la luna de ojos claros
ni los ojos almendrados
Son tus labios
disfrazados de entremés

No es la noche ensimismada
Cauteloso corazón
Es la sed
Es
la amargura
Sensualidad a voz cerrada
Trigo y miel

No es la paz
ni los instintos
ni el demonio encarnizado
de tu piel

No es fervor
a fuego vivo
ni deseo degustando sencillez
Es la fórmula constante
Sobria
Extinta
Despojada
de las manchas del deber
Tinta antigua
De saliva
Voluptuosa insinuación
de sangre y fe

De regreso van tus sueños
a mi almohada
No es la danza que soñé
No es ardor ni vino tino

No eres música ni audacia
Eres sonido

miércoles, 21 de octubre de 2009

POR SI...

Por si acaso lo pidieras
escribo tu nombre en mi memoria
respondo a tus labios con mi sed
Por si acaso lo pidieras
establezco la numérica estación
de mi delirio

Recuerdo tu voz como besos
Recuerdo tu piel en mi piel
Recuerdo tus ojos reflejados
y tu instinto despejado florecer

Por si acaso lo pidieras te desvisto
te aprisiono en el arroyo
te destrozo
te descubro
te recuento cada paso cada vez

Por si acaso lo pidieras te deseo
cubriendo con tus manos mi ser
te doy mi tinta de guarida
recibo a tus besos de portal

Recuerdo tus besos
Recuerdo tus gritos
Recuerdo todo aquello que no fue
que nunca ha sido 
que será cada mañana
libertad y crucigrama
realidad desesperada 

Por si acaso lo pidieras busco orillas
busco besos en tu más ardiente amor
busco espacios en tus piernas
busco gotas de sudor

Por si acaso lo pidieras te recuerdo
cada noche 
cada día
cada sol

Te recuerdo como siempre entre mis brazos
justo luego de jugar con el amor
dulce sexo
paz ardiente
diferente
sed consciente 
que me lleva
a tu sabor
 Por si acaso lo pidieras me conecto
te penetro
te permito 
permitirme tu perdón

Por si acaso lo pidieras doy tu nombre
lo tatúo con mi sangre en el cajón
Por si acaso lo pidieras te deseo
busco piedras para atarte a mi pasión

UNA MAÑANA TRISTE, UNA MAÑANA PROMEDIO (PARTE 2 DE 3)

Las horas transcurrían con esa extraña peculiaridad. Al mismo tiempo lentas y  veloces. Tristes, naturales. Lo malo del tiempo no eran las horas, ni el tiempo mismo, ni el camino a la vejez. Lo malo de las horas era lo idéntico de una a la otra. No había diferencia en un día cualquiera. Un día triste, un día promedio. Ni siquiera la emoción de lo que sucedería aquella noche lo movía. Eran nombres, eran teclas de un computador, haciendo su ruido, mostrando su nostalgia, contándole cuentos. Nadie más lo hacía. Nadie más. Un ser promedio derrotado por la inercia.
            ¿Cómo reaccionaría la inercia a aquella noche? Había sido una mañana triste, una comida triste, una tarde triste, una calle triste. Un día promedio. Maldita sea. La tristeza era tan gris que era casi imposible notar su ausencia de color. El lo sabía, ya no lo sentía. La rutina, se encargaba de terminar con toda notoriedad, incluyendo el mismo gris de la rutina.
            Escuchó una voz de mujer diciendo su nombre a sus espaldas. Lejana, en otra dimensión, en la dimensión en la que hablan los humanos, en la dimensión en la que seguramente se encuentra la gente que se comunica con voz, no con el dictado de una hoja buscando su llegada al monitor. No había trabajo más triste que ser capturista. Tal vez sí. Ni siquiera en lo patético ganaba el primer lugar: hasta en ser patético era mediocre. Pero no sufría. Demasiado gris para sufrir.
            A la tercera vez que lo llamaron respondió. Una jefa ya molesta lo mandó llamar. Posiblemente era una mujer bella. Tal vez tenía un par de tetas que no podía dejar de ver. Las veía. Intentó sentirlas en la imaginación. Pero no pudo, el evento que sucedería aquella noche le bloqueó el pensamiento. Recibió el regaño con reserva, con sumisión, esperando escuchar más, dejando hablar a la mujer. Le pedía un trabajo urgente. Apenas faltaban un par de horas para salir. No le daría tiempo. Por primera vez tenía algo que hacer. Era urgente, tenía que terminar ese mismo día. No podía quedarse, lo dijo. Ella no dio importancia a su voz, no estaba acostumbrada a escucharla. Él insistió, no me puedo quedar. Ella no hizo caso. El se levantó, dio un golpe en el escritorio y salió azotando la puerta. Dejó todo atrás. Tenía por primera vez un compromiso, y no fallaría a él.
            Por primera vez en su vida estaba vivo. El calor de su sangre lo decía. Regresó, vio fijamente a su muda jefa a los ojos. Y le tocó una teta. Así era esto de estar vivo. Salió de esa oficina para morirse de hambre, daba igual. Para nunca regresar. 

martes, 20 de octubre de 2009

ERES SERIA

A pesar de tu silencio está tu voz, dulce delirio. Eres mis manos. Hoy eres mi piel. Tu seriedad en las palabras y el secreto. Un secreto derrocado de antemano. Decidido. Compartido. Eres seria cual mañana desvelada. Cual tormenta cuando acaba de morir. Eres seria cuando hablas. No eres seria cuando callas. Eres mía cuando acabas de partir. Un poema, son mis manos que recorren tus secretos. Mis secretos que se esconden en tus manos. Eres duro corazón aprisionado. Cielo extinto cuando sales a soñar. Son tus sueños. Son los míos. Son la  noche que arriesgada va a tu voz. Son tus ojos que me miran cuando callan. Es la lámpara que llena mi papel. Eres luz y eres sonrisa. Eres mi tinta, hoy en día, mi libertad,

UNA MAÑANA TRISTE, UNA MAÑANA PROMEDIO (PARTE 1 DE 3)

Era una mañana triste, una mañana promedio. Desperté, no me quedaba alternativa. Nunca me queda alternativa para hacerlo. Como manejado por un instinto automático me dirigí hacia la ducha, abrí el agua, fría. Siempre fría. Quedé limpio. No me quedaba alternativa. Me enfundé en la única camisa limpia que me quedaba y caminé hacia el metro para ir a trabajar. Sin opción. A trabajar, un día más. Una mañana triste, una mañana promedio. En el metro leí un periódico de segunda, yo soy una persona de segunda, tal vez de tercera, soy parte de las bajas calidades, pero ese soy yo. ¿Qué alternativa me queda?
            Llegué a la oficina, a la triste oficina. Saludé cordialmente, porque no hay otra cosa que pueda hacer. Y me senté en mi escritorio, en mi pedazo de madera al que algunos optimistas gustan llamar espacio de trabajo. Y trabajé. Digo trabajar porque me pagan, nada más. Para mí es tan ridículo como coger y decir que hice el amor. Nunca cojo y nunca hago el amor. No me queda alternativa. A capturar datos. Tac-tac-tac-tac. Todo el puto día encajando los dedos en el teclado, no me queda alternativa. Me pagan y punto. Y necesito comer. Como poco, casi nada, pero como. Para lo que me alcanza, más bien para lo que pide mi estómago. No pide mucho. Es un estómago conformista, mi estómago también es triste, como yo. Como mis mañanas, promedio. Así soy yo, así es la vida.
            Llegó la hora del almuerzo. Yo no llevo nada preparado, nunca. Mi única amiga es la señora del comedor, me cuenta historias mientras espero a que me sirvan, tal vez ella sea más triste que yo y por eso le dedique tiempo a sonreírme.
            Pero aquella noche sería distinta. A las once. Lo llevaba planeado desde hace años. Sería una noche distinta. La mañana sería triste, la siguiente más. Tal vez no. Pero por primera vez, sería diferente…

lunes, 19 de octubre de 2009

INTERNET NECESARIO

Somos tantos y tan pocos. Hacemos ruido, vivimos juntos. Todos compartimos cama en este momento. Y alzamos la voz como podemos. Gritamos, ¡Internet necesario! Lo gritamos como podemos, de formas más creativas o más conmovedoras, somos más serios o más idiotas, simpáticos o absurdos, ¡qué más da! En la etapa en la que vivimos podemos hablar. No necesitamos salir a la calle ni tapar Reforma por meses, simplemente gritamos con un simbolito así #. Y decimos al unísono, Internet necesario. Internet es la pancarta de nuestra protesta, el foro de nuestra propuesta. Internet el símbolo de nuestra generación. ¡Qué no mamen! ¡No es un lujo!
            Pero aquí yo no voy por hacer propuestas políticas, sino por hacer la crónica de lo que estoy viviendo, miles de personas juntándose por una sola causa: de madrugada. Divirtiéndose, ¡chingá! Podemos hablar, podemos decir lo que pensamos.
            Y como mi labor es hacer la crónica de lo que veo, ahí va. Es la una y veinte de la madrugada, twitter tiene un movimiento espeluznante. Y no como cada noche, diferente. Unidos. Todos decimos lo mismo. Siempre he pensado que para encontrar el resultado hay que apoyar como si seguro fuera éste a ser alcanzado. Así. Como ahora, como twitter. Como todos los que gritan lo mismo.
            Hoy, más que nunca, me he sentido parte de una generación, que me lee por Internet, que me informa por Internet, que me hace pertenecer a un movimiento y a una era. Soy parte de mi tiempo.
            Y lo único que quiero hacer es escribirlo ahora para que todos se enteren, para que entren en twitter a #InternetNecesario y sepan de qué hablamos. Para que no se nos olvide lo que estamos haciendo justo hoy. Justo hoy… ¡justo hoy! La creatividad también es necesaria, sino, hay que preguntarle a @apisanty, quien tomó una idea para hacerla nuestra, y promoverla. Nos impulsó, junto con @isopixel, a gritar. También @paw, @lion05 y miles de personas más alzaron su voz. El impacto fue mucho mayor de los que ellos esperaban.
            Gritando a toda voz en la pantalla: ¡Internet necesaario!
            ¡Nos volvimos locos los tuiteros! ¿Y qué? ¡Estamos vivos! ¡Y queremos Internet! Punto

TU BELLEZA, LA DISTANCIA

Estamos tan lejos
¡Puta madre!
Tan lejos
Extraños
Derrotados
Descifrados
Desvestidos
Decididos
Encerrados
en un sueño desmedido

Estamos tan cerca
¡Amada mía!
Tan cerca
Aprisionados
Desvelados
Apartados del camino
Atormentados
Arrumbados
Encerrados
en el tiempo
Alocados
Asustados
Por los besos que nos damos
escondidos
en mi cama
cada noche

Estamos tan juntos
¡Puta madre!
Tan juntos
La distancia
La nostalgia
La amargura
La paciencia
La belleza
Tu belleza
La belleza
de tus días
La belleza
de la noche
Tu belleza
Tu mañana
Mi distancia
y tu guarida

Estamos tan lejos
¡Vida mía!
Tan lejos

ABRAZO TU VOZ

No sé cuántas veces me he espinado con tus besos
no sé cuantos besos tuyos me han matado
Transparente ensoñación y encanto puro
desperdicio de presencia en mi pudor


No sé cuántas veces he soñado con tu cuerpo
tan discreta y tan lejana tu pasión
Ese instinto y esa orilla al otro lado, despertando
desespero por la espera de tu voz


Tus ojitos suave aliento de destino acostumbrado
Aire ingrato que me lleva sin pensar
Tus ojitos delineando mi fracaso
excesivo dios sonido en tu balcón


Es tu vida, si la quieres, compartida: mar y orquídea
desde el paso del traspaso de tu voz
Somos dos y aquí te abrazo desde el centro
el recuerdo de tu luz la solución


No sé cuántas veces me he espinado con tus besos
Desde lejos
Desde siempre
Corazón

SIEMPRE TAN MÍA

Aprendí a necesitarte entre los búhos
en el oscuro callejón que da al portón
de tu mirada encarnizada
Siempre despierta
Siempre aterrante

Tus ojos tan abiertos y groseros
ensimismados cual orgasmo de raíz
tu figura señalando los volcanes
Siempre desnuda
Siempre caliente

Aprendí a necesitarte con espadas
guerrero turbio de neblina y libertad
regresé de tu balcón con los payasos
Siempre cobardes
Siempre renuentes

Mi fiel amada
destrozado resplandor
de maravillas
La culpable del sonido
de la calle
Siempre tan puta
Siempre tan mía

ME APRISIONAS

Te desvives por salvarme y me aprisionas
poderosa y tormentosa lucidez 
Me renuevas el contrato con el vino
con la paz y las entrañas del placer

Sol constante
Media noche
Luna idiota

Te desvives por salvarme y me aprisionas
ilusión de piel dorada y brisa hirviendo 
Me consuelas y alimentas desde fuera
triste hoguera que me encierra con verdad

Puta amarga
Triste santa
Paz ingrata

Te desvives por salvarme y me aprisionas
con los lazos más obscuros de tu ser
Y me llevas hasta el fondo del océano
prometiendo que jamás repetiré

En tus brazos
Sol descalzo
Me veré

NO SOY YO

No soy yo, son las palabras
que me asumen
me consumen
y me nutren

No soy yo, son las palabras
que renuevan
cada instante
del deber

No soy yo, son las palabras
son recuerdos
que me incitan
y me cubren

No soy yo, son las palabras
que regresan
con la sangre
hasta tu ser

EL SISTEMA DERROCADO

El sistema derrocado de paisajes desvelados
me convierte en un actor del desconsuelo
Cada paso
lo camino
entre la hierba
y los rencores

Un absurdo y destrozado desencanto
entre la niebla desinflada me descubre
Cada sueño
lo he soñado
con tu cuerpo

Y metido hasta el delirio en tu mirada
me confundo con el tinte de tu ser
Te respiro
llama ardiente
bruja errante

Arruinando los papeles de esperanza
me desnudo a carne viva por tu piel
Dulce nostalgia
Despedida
Tus secretos
en mi propia desnudez

domingo, 18 de octubre de 2009

BEAT CANCER

dedicado a las dos personas que más he amado:


La muerte me enseñó quién era el cáncer
y la vida me enseñó cómo luchar

El pasado es un momento que perdura
y mi voz es tinta negra sobre sal

Es un sueño plasmado en el futuro
los arroyos, las montañas y la paz

Somos todos, si sentimos
Somos todos, si luchamos por ganar.

__________________________


¿Qué más puedo hacer yo?
Apoyar...
No sé si el tweet de #BeatCancer done un centavo.
Pero me pongo de su lado.
Sé que quiero alzar la voz.
Aquí estoy.

Hay niños que necesitan ayuda
Y hay muchos que quieren ayudar

Donativos
Luz de vida

viernes, 16 de octubre de 2009

OCTAVIO PAZ Y SALAMANDRA

“Yo no escribo para matar el tiempo / ni para revivirlo / escribo para que me viva.” Entonces ¿eso era lo que se debía sentir con la poesía? ¿Era ese fuego incontrolable inundando cada víscera? Una sola frase cambió mi forma de ver las letras, una sola frase me mostró el alcance de la literatura. ¿Por qué esa frase? No lo sé. No definiría nunca a la poesía con esa frase, ¡dios me libre! Lo que sí haría es definir lo que se puede sentir con la poesía. Ese momento de un corazón desesperado intentando salir corriendo, gritar y degollar a los silencios. La poesía se siente con la sangre, eso me lo enseñó Octavio Paz hace muchos años, mientras cambiaba el flujo de mi sangre y su temperatura, mientras lograba que ésta corriera a una velocidad nunca antes vista. Eso era. Eso era justo lo que andaba buscando. No supe qué hacer. Fui a una librería. Coyoacán. Solo. Con catorce años y un amor por las letras que sabía que no conocía, pero que me habían encontrado en casa de mi abuela hojeando un  libro que se llamaba Salamandra del bien reciente Nobel mexicano. Mi mentor. Quien me dijo el secreto, con cuyo aval llegué a la librería sin saber, pero queriendo.
            Llegaba a preguntar, gritando. Veía títulos y los quería todos. Quería mi propia edición de Salamandra. No la tenían, tenían Posdata, el Laberinto de la soledad. Los compré. Compré otros, no los recuerdo, pero llegué a mi casa sin un centavo y con muchos libros, desconocidos invitados a la fiesta que daba Paz, a la fiesta en la que yo era invitado de honor. Fui a casa de mi abuela y robé su Salamandra. No podía no hacerlo, no podía prescindir de aquel tesoro. Me pertenecía. La poesía me pertenecía. No lo que hacía en mis libretas para mojar los calzoncitos de las niñas. Eso no. La poesía de verdad, esa que me enseñaba Octavio Paz, la distinta. Ahí estaba yo, con el Laberinto de la soledad intentando descifrar Salamandra. Pobre pendejo perdido entre pachucos y Sor Juanas. Pobre pendejo jugando a leer. Idiotizado por las palabras, no sabía lo que buscaba, no buscaba nada. Tenía a Octavio Paz enseñándome las cosas, la verdad del crucigrama, enredándome como un niño pequeño balbuceándo a mi adolescente oído.
            En Salamandra, años después supe, no hay reglas, no hay verdad y no hay mentira. En Salamandra cabe un siglo, cabe una vida. No hay reglas, repito. Están prohibidas. Salamandra habla con su tinta. Con el papel y la ciudad, con los paisajes y los arroyos, con el cielo y con los coches. Salamandra, despoja de poesía a la poesía y la renueva en intrincadas melodías sin melodías. “Con la lengua cortada / Y los ojos abiertos / El ruiseñor en la muralla” ¿Cuál muralla? Octavio Paz, ¿cuál muralla? Las derribaste todas esa tarde. ¡Las destrozaste! Lámpara, aspiración y la palabra. El tiempo mismo. La locura de las letras.
            Su pobre voz atormentada, aguda, lenta. Mal leyendo sus poemas. Su pausa en el hablar se perdía en su voracidad al escribir en Salamandra. ¡Eso es una pluma! Pienso, ¡eso es una pluma! Y bebiendo del secreto de una admiración oculta, Salamandra. Era yo, no lo admiraba, lo sudaba, lo lloraba. Lo vivía. Lo gritaba a toda voz en mi memoria. Lo escribía. Para eso escribía. No para matar el tiempo, ni para revivirlo, para que me viviera, Salamandra, aquella voz interna que me metía al más sufrido oficio, al menos venerado. Al inútil pero fértil oficio de la poesía.
            Octavio Paz es un poeta. Mi distante ensoñación me quita el título por siempre. Salamandra es mi poesía. Y yo escribo acertijos ingeniosos, derrotados. Salamandra será siempre mi guarida.  

jueves, 15 de octubre de 2009

SER SONIDO

Qué mal momento para desertar y qué mal momento para continuar
Veo a una luna distraída caminando
Camino, paso a paso, por el rumbo desolado de mi instinto
Digo adiós sin decir nada
Y la nostalgia me acompaña con esmero

Entre tanta majestuosidad en tu presencia, princesa pavorosa
Leo tu mano y me despido
Desprestigio la razón que aquí me tiene
Me retiro mano a mano con tu espada y con tu escudo

Qué mal momento para desertar y qué mal momento para continuar
Con tus manos en mi alcoba
Descuartizando mi destino me dibujo de conciencia
Y digo adiós sin decir nada
Digo adiós sin reprimirme en la partida

Me retracto y me reitero, corazón desesperado, cada noche
Recordando tu mirada y tu sonido
Escudriñando temeroso la verdad y la mentira
Cada eco de tu amor y todo llanto

Por pasar por la mañana de tu risa

LOS RECUERDOS Y EL DESEO

Lorena abrió la puerta: ¡un vendedor de putas biblias! Cerró mandándolo al carajo. Cinco meses fuera de casa y por fin, mientras intentaba descansar, suena el timbre. ¡Un puto vendedor de biblias! La gente no entendía lo que era estar en la guerra, lo que era escuchar los disparos, lo que era tener que esconder sus textos reales para mandar los maquillados al periódico, ser una corresponsal de guerra era un trabajo cansado. Apasionantemente caótico. Necesitaba descansar: seguir soñando con aquella Alicia en el país de las maravillas que se presentaba recurrentemente mientras dormía para arrancarle la ropa y bajar por su cuerpo hasta su sexo. Lorena despertaba a media excitación y se tocaba desesperadamente hasta tener el orgasmo que finalmente le devolvería el sueño. La última vez que había dormido con un hombre, había traído a la mente a dicho personaje.
            El vendedor de biblias intentó de nuevo. Ella gritó que no abriría, sin embargo, el tipo no se daba por vencido, sabía a lo que iba. Un dios misterioso lo había llamado a aquel oficio, necesitaba cobrar. No había comido. Lorena abrió la puerta. El vendedor nunca imaginó encontrar frente a él el pecado en un par de pechos firmes buscando ser descubiertos. Intentó respirar y quedó sin aliento. Lorena cerró de nuevo la puerta amenazándolo con llamar a la policía. ¿Cómo había entrado aquel hombrecillo al edificio?
            Llamó a Gustavo, su vecino, un trabajador del departamento de policía con aspiraciones políticas frustradas, habían estudiado juntos en secundaria, y se toparon por casualidad en el mismo edificio. Lorena le pidió ayuda para sacar al vendedor de biblias. Eran las seis de la mañana. Gustavo despertó y rápidamente bajó al departamento de Lorena, donde se encontraba aquel joven idiotizado, esperando a que la mujer de sus sueños abriera de nuevo la puerta. Gustavo pidió enérgicamente al desaliñado joven que se fuera de aquel edificio, éste, sin chistar, bajó las escaleras. Lorena abrió la puerta para agradecer. Charlaron un rato, se pusieron al tanto de sus vidas, llevaban meses sin verse. Siempre habían sido buenos amigos. Encontrándose en el callejón donde vivía Rodolfo, un ex minero anciano que les contaba historias rodeado por quince gatos y por su hijo adoptivo, un autista de diez años que había recogido de la calle.
            De pronto, por las escaleras, sube Alex, ebrio, contento, casi sin poder caminar, como siempre. Era una costumbre ver a aquel estudiante universitario entrar en juntas de AA durante la semana y tomarse un descanso de alcohol y drogas durante el fin. Alex intentó ser parte de la conversación de Gustavo y Alicia, ellos no lo rechazaron. Sin embargo, de pronto, Alex voltea a ver fijamente a Gustavo e intenta besarlo. Lorena, para evitar problemas, toma a Alex de los hombros y lo lleva a la sala de su casa para que duerma una siesta.
            Alex comienza a contar una historia a Lorena, le cuenta de aquel director de teatro callejero que conoció en alguna ocasión en Guanajuato, su primer amor. No sabía si le gustaban los hombres, pero aquel director lo había cautivado a besos y palabras. Alex no terminó de contar la historia y cayó profundamente dormido. Lorena recordó sus propias anécdotas gracias al detonador de la historia ebria de Alex. Siuyen, de sólo veintiún años, una chef extraordinaria. La había conocido en un restaurante del Perú. Charlaron de comida y Lorena tuvo que viajar, nunca se concretó nada. Pero Lorena soñó con aquella belleza durante muchas noches. Recordó también la agresividad de Javier al hacerle el amor, recordó su cara y sus gritos, recordó cómo le desgarraba la espalda con las uñas mientras la ponía boca abajo. Recordó a Sandra, una contadora pública de 36 años obsesionada con conseguir una pareja, hablando sólo de eso, hasta que llegó el beso de Lorena y todo el fin de semana encerradas en un cuarto de hotel en Honduras. Claudia, aquella empresaria de relaciones públicas que le había enseñado el amor de una mujer. Marko, el joven músico de diecinueve años que la penetró con un entusiasmo olvidado para ella Jerusalén. Denise, la joven que leía poemas de su escritor favorito mientras recibía un sexo oral desesperado por parte de Lorena. Exactamente como Esther, la loca, le había enseñado a hacerlo, tan diferente a Manuel, ese músico romántico que se corría con sólo verla. 
            Estaba perdida, Irak había sido devastador. Llevaba meses soñando, sin sentir otra piel pegada a su cuerpo. Gustavo la esperaba pacientemente en la puerta. Le recordó a Segismundo, aquel escritor solitario, gris, casi mudo, que la conquistó sin decir palabras, la sedujo con el solo lenguaje de sus manos. Lo vio en Gustavo, fue hacia él. Lo besó. Sintió todavía el sabor de Patricia, aquella mujer mayor que él con la que se había comprometido de por vida sin saberlo, sintió que Gustavo la tocaba a ella, a Patricia. No le importaba. Lo llevó a su recámara. Lo desvistió, con la mente en los sueños de Alicia y sus maravillas. Sintió el miembro duro del hombre que estaba a punto de penetrarla, no le importó la presencia de Alex, no le importó nada. Se lanzó hacia él a devorarlo, necesitaba el contacto de otra piel, masculina, femenina, daba igual. Era sólo ella. No quería sentir a sus propios dedos dentro de ella una vez más. La respiración de Gustavo la excitó.
            Escucharon un grito en mitad del coito, un alarido ahogado. El alarido a toda voz de Alex, segundos antes de morir siendo violado por un vendedor de biblias al que habían dejado la puerta abierta. 

EL PRINCIPITO Y YO

He pensado en cuánta gente me ha hablado de El principito como un libro lindo, o hermoso. Cuánta gente me ha dicho que es un libro precioso, del que siempre se aprende algo nuevo. Cosas así. Muchas veces. No sé qué decir. Es un libro que al menos he leído una vez al año durante los últimos diecisiete, el libro que más he regalado –incluyendo mis propias novelas–, es un libro que no conozco bien. Él me conoce bien a mí.  
            El principito es un libro amargo, que irradia soledad. Su luz proviene de un sentimiento profundo de desesperación y sacrificio, de una búsqueda incansable por una libertad inexistente. El principito aparece para morir, encanta para desaparecer, el principito conoce secretos y la filosofía de la vida. El principito existe, en el alma de las personas destrozadas, de una persona destrozada, de aquel que no soporta lo que es. De aquel que busca dentro de su propio ser una flor para cuidar. ¡Cuánta puta lágrima cabe en eso! ¡Cuánta! La sed, el hambre, lo ordinario. Todo aquello que nos rodea y aquello de lo que vivimos. El principito es la amargura de los que necesitan comer. Es el reflejo del suicidio de un suicida. El principito es la antesala de la muerte, en vida de quien la ha desperdiciado.
            Son las fantasías de un niño que ya no es niño, de un adulto que nunca ha podido serlo, son las fantasías de la vida real, de una realidad alterna. Es el mundo que conocemos, solitario y dividido, excesivo y fascinante, apurado, inconsistente, deprimido. Un mundo con serpientes que matan y flores que mueren, con corderos y uno que otro baobab gigante. Con luz de faroles y cientos de millones de faroleros.
            La realidad absurda es que estamos llenos de hombres que se apropian de las estrellas matándoles su brillo. Ridícula y estúpida. Esa realidad a la que pertenecemos cuando nos convertimos en personas mayores. Reyes sin reino, ebrios sin risa, locos de verdad, locos de normalidad, de ser personas. Hace mucho que dejé de hablar con zorros, con un carajo. ¡Por qué! Intento domesticar las cosas a las que quiero y termino contando las estrellas. ¿Es eso un libro lindo? Eso es una cabronada. Un ataque de realidad, cuando no hay realidades, un espejo de mi propia estupidez. No sé si eso es hermoso. Es desenmascarar con sangre fría nuestras almas. Pobre libro solitario, pobres de los solitarios que lo leemos, pobre de aquél aviador y de sus dibujos. Pobre del principito muerto y del planeta tierra podrido, pobres de las flores ordinarias, pobres de lo que no conocen un amanecer y de los que no pueden ver más de uno al día en su propio planeta, en su propio asteroide, en el séptimo planeta. ¡Claro que tenían que ser siete! Si no, ¿cuántos? Desde el primero y la luz. En los viajes angustiosos y solitarios.
            Perdón, pero El principito me ha alumbrado con un farol y un zorro mi soledad, con una flor mis carencias, el principito movió el biombo que me tapaba. Removió a madrazos mi último gramo de pudor al volverme persona mayor. Mal escrito y bien pensado. Me ha acompañado durante años en mi vida. Llenando de belleza mis lágrimas, lo hermoso y lo malévolo al unísono. Me ha acompañado durante toda la vida: me ha convertido en principito, en náufrago aviador y en simple y triste persona mayor. Siempre, con la dulzura de su propia soledad. 

miércoles, 14 de octubre de 2009

ENTRE KAFKAS Y CHAGALLES

Escribir no quita el hambre. Simplemente es un nivel de decibeles que se pierden en la voz. Escribir es quizá un sueño y ya. Por lo tanto, en medio de realidades desiguales, me procuro construir una razón. Me doy risa, de poeta desangrado a crucigrama encabronado. Me doy risa, novelista despojado. Me doy risa, hombre de letras e ilusiones.

Entre Kafkas y Chagalles invento una realidad distinta a los consejos, distinta a la de otros, una realidad que no quita el hambre de la otra, de aquella que me aqueja y me amenaza. No me he dado por vencido, más por necesidad que por orgullo, más por suerte que por sangre. No me he dado por vencido por la lucha que me llama. Eso es todo: las palabras me consuelan, pero sobre todo, me castigan, me amenazan y me matan. Las palabras me persiguen y se enojan si las dejo. Las letras me matan en ausencia y en presencia. En locura y en cordura, me dislocan en imagen y me vuelven soñador. Entre Kafkas y Chagalles un día despierto siendo insecto, siendo vaca o rabino, siendo infame sacrificio y esperanza.

Un día más despierto con corbata, con un escritorio aplastándome la espalda, con un portafolio atado a la mano y una sonrisa detestable de anfitrión. Un día más despierto siendo insecto por adentro, disfrazado de recuerdo. Disfrazado de persona. Un día más despierto haciendo transferencias, dejando los libros en la casa, la tinta en el cajón. Despierto corrigiendo cicatrices y olvidando en verdad quién soy. ¡Puta madre! ¿Quién soy? Un idiota adolescente esperando ser leído. O un irresponsable hombre de casa que no respeta su trabajo. Soy un ser de agua salada que se funde con la tinta. No soy más y no soy nada. Y atrapado entre el olvido y el exilio me despierto una vez más.

Entre cuadros y palabras, colores y locura, regreso hoy a ser quien nunca fue leído, quien apunta en su cuaderno su poesía a escondidas. Soy un silencioso fantasma extinto y me seco entre lágrimas heladas. Me desnudo de nuevo. Me desnudo otra vez. ¡Y qué! No estoy solo, estoy vacío. Entre Kafkas y Chagalles, entre shtetls y permisos. Entre lana y crucigrama. Entre mi piel y mi delirio. Atrapado. Disfrazado de persona.

Ya veremos que me manda mi destino. Entre Kafkas y Chagalles. El olvido.

A UNA VOZ DE LIBERTAD

Con la sal de tanto mar rodeando tu garganta
tus gritos desgarrando las fronteras
Sangre a sangre
Muro a muro
Cara a cara
En el mundo que define la distancia
tu voz está en la paz de quienes se dicen libres
de quienes no lo somos sin los tuyos

Para ti la y no es una i griega
es una i cubana de tu año
Despiadado nombre matricula
Es la sal con y de tu garganta quien me llama
Incansable lucha de sudor y bytes de acero
de lagrimas y balsas de rodillas. Teclas fuertes.

Tu acento hace falta a mis oídos
Tu sueño se hace mío por la sal de tu garganta
Y por tu risa. Por tus ojos. Por tu letra
Tu sueño se hace mío por la izquierda que te cubre
Te aprisiona solitaria, desmedida madre tuya

Son tus dedos quienes paran mi camino
Son tus gritos
Te queremos fuera, te queremos aquí
En este mundo no menos podrido pero más abierto
En el que brillas como sol de mil senderos
Cuenta con mis ojos
Con mi sangre
y con mi tinta
Con la seca sal de mi garganta

Cuenta con mi fuego derribando muros en tu incendio
con la letra de mi nombre con mi año y mi guarida
con la sombra del pasado que me cubre las espaldas
Cuenta con mis letras y mi insignificante fuerza

Y la sal de tanto mar rodeando tu garganta
tiene un nombre de este lado
Soy tu voz desesperada
un corazón tendiéndote la mano


a Yoani Sánchez

Blog

@yoanisanchez

lunes, 12 de octubre de 2009

COMO CADA NOCHE

Estaba en casa. Esperando. Desnuda como cada noche. Desprendía de su cama su perfume. Todo era perfecto. Como cada noche. Su cintura deseaba ser prensada por las fuertes manos de su amante, entre sus piernas la humedad se hacía evidente. Se tornaba en un encuentro de lujuria y desespero. Lo esperaba. Como cada noche. Desnuda. Sin pensar, sintiendo: soñando despierta con sus brazos rodeándola, poseyéndola. Era suya, lo sabía. Era él. Era ella. La noche no era injusta. Alumbraba con su negro aquellos cuerpos desnudos, sudando, sufriendo, sintiendo. Enclaustrados en las nubes del olvido. Viviendo, como viven los que nunca morirán.

Estaba en casa. Esperando. Y su desnudez se hacía presente en su recámara, abarcaba cada hueco de su ausencia, despertaba de sus sueños para poseerlo por completo con la mente. Llegaría, la tomaría, la penetraría. Como cada noche. Vuelta loca escucho el sonido de la puerta.

Había dejado abierto.

¿Cómo le diría que esta vez no cobraría?

CON TU AUSENCIA

Suspendido entre la luz y la nostalgia
receptor encabronado del destello
consolando los instantes del destino
Espero

Espero

No conozco la nostalgia pero espero
caminando por la acera del olvido
olvidado por los sueños y enredado
Te veo

No sé lo que veo pero te veo
Ese instinto encarnizado de vivir
y ser vivido
respirar por las entrañas del deseo

Y vivo

Ya sin ti pero contigo

Me sorprende cada día la mañana
con tu ausencia embarrando los cristales
soledad empedernida destrozando
en armonía

Y sonrío

Amargamente sonrío con la luz de tu figura
dibujada todavía entre mis manos
y llegaste, te quitaste. Ya no estás
Y sonrío

Amargamente decidido
sigo vivo

ME ENCONTRÉ A LA MADRUGADA

Una noche, de pronto, me encontré con la madrugada. Ella y yo llevábamos un pasado conocido de pasión y mucha luz. Ella representaba los colores y yo sentía a través de ellos. A través de esas notas que se confundían con pequeños trozos de energía. Así era, entre la madrugada y yo. Confundíamos los sentidos y nos perdíamos de nuestra piel. El rojo rebasaba nuestros gritos en medio de orgasmos amarillos. No podíamos parar. Nos encontrábamos, nos perdíamos, nos reuníamos entre desasosiego y multitudes de notas grises. Entre pasiones y enredos hacíamos el amor. Durábamos eternidades, conocíamos eternidades, el tiempo eras sólo para nosotros un color.

Y la música nos iniciaba en medio de palacios irreales, en medio de guaridas asombrosas eran los pianos del destino cada tecla conocía nuestros nombres, nos hablaba y nos amaba, la música, la noche y yo, encabezábamos una ferviente orgía. Letal, mágica y maravillosa, completa, enredada en el cajón de de una joven, como un silencioso vibrador que la acompaña en las noches de mayor astucia, en aquella en las que el deseo escribe historias.

Encerrados en baúles nos comemos a la luna, madrugada ensimismada, egoísta y atascada. Es una loca que me pone de rodillas para hacerme suplicar que no me deje. Estoy aquí entre sonidos desvelados y pasiones desahuciadas, comprendiendo que la muerte es el destino y recordando aquel sonido del delirio. Madrugada encimosa, arrogante y decidida, te deseo cuando duermo entre las luces desmedidas que alumbran y me dicen el secreto de los dioses.

Y de pronto la mañana con las flores llenas de poemas, con sus labios destrozados por besarse las espinas. Las mañanas tenebrosas, realidad entrometida. Un discurso silencioso. Realidad entorpecida.

Tomo un café con mi unicornio y despojo de sentido al paraíso. Regreso, como siempre a la nostalgia, y me veo en ese espejo, deprimido, conociendo como siempre mi verdad.

La verdad de ser testigo de la vida que me acosa, de la madrugada que me deja, que se burla de mi sol cada mañana.

Vuelvo a ser humano y los planetas, lejos de mí, se esconden con la madrugada.

EL MEJOR DÍA DE MI VIDA

La mañana del mejor día de mi vida amanecí llorando. Eso si se pudiera decir que amanecí, o si se pudiera decir que aun tenía la capacidad de llorar.

La mañana del mejor día de mi vida amanecí con la nariz sangrando y la boca seca, con el estómago en llamas y el alma podrida.

La mañana del mejor día de mi vida ya no era mañana, pasaba de medio día, con trabajo alcancé a contestar el teléfono, no podía levantarme. Era mi novia: se encargó con maestría de decirme lo poco que yo valía, de hacerme saber que mi vida estaba en picada, que era precisamente la antítesis de un hombre proveedor, que todo lo que había yo soñado ser no era sino una utopía: en resumen, que yo era una basura. Lo peor no fue lo que dijo, lo peor fue la razón que tenía para decirlo. A diferencia de sus ordinarias discusiones, esta vez no estaba equivocada en una sola palabra.

Al menos luego de eso pude llorar. Al menos.

Pero después, mis lágrimas no parecían cesar, mi nariz había dejado de sangrar pero había heredado una dolorosa resequedad que hacía veneno mortal del aire.

El mejor día de mi vida no pude dejar de llorar, ni pude dormir: la tortura de mis propios pecados se hacía evidente a cada instante. Intentaba reflexionar, al menos pensar, intentaba buscar una solución… imposible. Completamente inútil: la concentración y yo habíamos destrozado toda relación aquel día. Además, no había salida. Era un hecho. Bueno, el suicidio siempre es una opción, pero se necesita mucho más valor del que yo era capaz para quitarse la vida. O para pensar en cómo me la podía quitar.

El mejor día de mi vida no quería vivir. Pocas horas después de colgar con mi novia, llamó mi padre. No había contestado una llamada suya en semanas. Ese día contesté. Y no pude hablar, así que lloré. Y seguí llorando. Y seguí llorando. Y seguí llorando. Colgué porque necesitaba vomitar: no tenía nada qué vomitar. La nariz volvió a sangrarme. No tenía fuerzas para llamar a mi padre de regreso.

El mejor día de mi vida no podía respirar. Llamó mi padre de vuelta. Contesté. Y volví a llorar. Y a llorar. Y a llorar. Me dijo que venía en camino y no pude contestar que sí o que no. Simplemente lloré. La nariz no me paraba de sangrar. No estaba preocupado por mí mismo, no tenía la fuerza mental para hacerlo. Sabía. No sabía qué sabía, pero sabía que sabía. Y lloraba. La nariz me sangraba. En el baño un insoportable ardor me decía que también el estómago me sangraba. Y lloraba. Sin fuerzas, pero lloraba. Llegó mi papá a mi casa. Y de ahí la clínica y esas cosas.

En fin, el mejor día de mi vida fue el último día que consumí coca.

Nadie dijo que fuera fácil empezar a vivir.

viernes, 9 de octubre de 2009

OBAMA Y SU NOBEL DE LA PAZ

La presencia de Bush en el nuevo milenio es indiscutible. Obama, por fortuna, busca ser su contraparte. Lo intenta con fuerza y personalidad. Y se anuncia como tal al mundo con el Nobel de la paz. Un premio de fama internacional que comparte con algunos de los personajes más grandes de los últimos ciento y pico de años. Veamos, la Madre Teresa saldría en la misma foto, Nelson Mandela, Gorbachev. Impresionante grupo de personalidades para compartir un título. Impresionante. Arafat y Rabin estuvieron ahí, por la conmovedora escena del Camp David, en la que Clinton enseñaba su mejor sonrisa, esa imagen que podemos borrar de la mente con dolor y nostalgia cada vez que la prensa internacional nos quiere enseñar a como dé lugar lo cabrona que sigue estando la situación entre Palestina e Israel. Hoy Obama, con esperanza renovada y una fórmula perfecta: ser, como todo el mundo, antibush. A ver, tiene que quedar claro que ser antibush es, por sí misma, una iniciativa a favor de la paz, a favor de la diplomacia y la convivencia. Sí, no cabe duda. Pero me parece prematuro, no por las intenciones, las cuales me parecen absolutamente dignas –al menos por lo que representan públicamente– de ser nombradas como estandartes de la paz mundial, sino por lo que viene, lo que espera al primer presidente afro-americano de los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora regreso al tema.

Martin Luther King Jr. fue, en gran medida, quien abrió el camino a que Barack Obama llegara a la casa blanca. Dio su vida por ello, y fue reconocido, también, con el Nobel de la paz. La lucha es la misma, Rigoberta Menchú también lo sabe. La paz es la misma. La búsqueda es la misma, la diferencia es la realización de dicha búsqueda. ¿A quién estará abriendo puertas Obama? ¿A cuánta gente unirá en paz? Una lucha por la diplomacia como la que el presidente norteamericano lleva a cabo, puede desplomarse en cualquier momento. Su labor es impedirlo, su labor es lograr lo que Mandela, lo que Luther King, lo que logró Gorbachev; no caer en el triste fracaso del estado Palestino y su búsqueda de paz. Hasta hoy, en este tema, Barack Obama sigue siendo mera intención. Nada resuelto. Al igual que en su acercamiento con el mundo musulmán, que su relación con América latina, que la relación con su propio pueblo, corrigiendo –labor titánica– un torcido camino que dejó su predecesor. Obama está siendo premiado para ponerse a prueba, ¡qué difícil tarea! Le pusieron el 10 en el examen antes de que lo contestara por completo: todos lo vimos estudiar, pero no sabemos cómo conteste, al final del camino, las preguntas.

El premio Nobel de la paz para Obama, resulta emocionante para la población mundial, le da una razón para seguir. Si uno de los hombres más poderosos del planeta gana un voto por la paz, muchos creeremos que no estamos tan jodidos como estamos. Y tal vez eso sea una razón suficiente para tan inesperado suceso. Ya es un hecho. Creo que será mejor confiar en que los jueces tuvieron razón para nombrarlo.

No nos olvidaremos de este momento fácilmente. ¡Nos vemos en la historia! Adiós.


Encuesta: ¿Merece Obama el Premio Nobel?

jueves, 8 de octubre de 2009

LEONARD COHEN. PUNTO

Puedo imaginarlo en un hoyo de jazz, en Montreal, junto al piano, bebiendo y recitando poesía. Puedo imaginarme a mí mismo. Recitando, no cantando. Leonard Cohen no cantaba. Recitaba poesía con música hecha por otros. El señor era un poeta. Y la escena canadiense lo sabía, lo reconocía.
¿Cómo no voy a entender que escribiera acerca de religiones a los 22 años en Let Us Compare Mythologies? ¿Cómo no iba a entenderlo, si llevamos el mismo nombre, si en el marco de la casa de sus padres habitaba el mismo emblema que en la casa de los míos? ¿Cómo no iba a entender aquellas dudas, aquella rebeldía? Esa rebeldía fue mía, la despertó en mi propia casa el mismo olor a libros de Talmud, el mismo olor a pergamino, la misma sensación de tener cerca de rabinos de sombrero y barba larga. Era mía, sigue siendo. El señor era un poeta. Rascaba la guitarra, nada más. Amaba la música, pero recitaba, no cantaba. Era un hombre de letras. Decidido poeta en busca de un destino. ¡Puta madre! ¡Leonard Cohen también tuvo veintitantos! Y soñaba. Ese Leonard Cohen es mi bandera, mi consciencia.
Puedo imaginarlo en aquella isla griega, blanca, limpia y sucia, intentando revivir sus más arraigados rituales, intentando no perderse mientras la mota lo perdía, intentando dejar de ser poeta para hacerse novelista. Luchando con su novela, luchando con su pasado y rebasando su presente. Marianne. Pobre. Pobres de los dos, sin camisa con el calor mortal, frente a su máquina de escribir, buscando las palabras abandonadas, desoladas, que le enseñaban la verdad de su pasado, del pasado que incluía dos libros de poemas que le daban de comer. Pero algo no era suficiente. Necesitaba gritar con más fuerza, explicar en qué creía, Leonard Cohen intentaba dibujar en su novela su más profunda historia. Leonard, esa historia desvelada que no hallaba la respuesta que buscaba. The Favuorite Game fue el otro inicio. Beatuiful Losers no había conseguido salir de su interior. Primero salió otro nombre de su cultura, Flowers for Hitler. ¿Qué se habrá sentido ser un joven judío a salvo mientras destrozaban en Europa a esa misma especie? Esas flores y esa angustia. ¡Maldita sea!
Bob Dylan sabía algo de eso. Y Leonard Cohen era un poeta. El folk fue la respuesta. Andy Warhol el camino. ¿Cómo? Así, sin pedir permiso. Y surgió la música. Leonard Cohen recitaba, no cantaba. El señor es un poeta. Que cantó. Cantó recitando. Logró dar ese grito, establecer la fórmula perfecta para hacer llegar su poesía a las masas. ¡Vaya que era poesía!
No necesito más preámbulo para seguir, no quiero escribir aquí la vida de Leonard Cohen. Ni sus tragedias o problemas, no hablaré ahora de su búsqueda de la verdad en filosofías orientales, de su cruel separación, de sus hijos. No hablaré de cada proceso para cada una de sus canciones. No es el foro. No soy nadie para hacerlo. Hablaré de su poesía y del efecto de esta en un humilde escriba que lo admira.
Puedo verlo cantando Suzanne. Con su guitarra, con esa voz aguda que dejó escondida en un cajón muchos años atrás. Puedo ver finalmente la llegada de los 90. Y, con ésta, Leonard Cohen apareciendo en mi propia vida.
La primera vez que escuché Everybody knows the dice are loaded con esa grave voz ronca, con ese sentido perfecto de la rebeldía que en la década de los noventa me representaba, encontré una parte de lo que yo era. Una parte de mi propia evolución como ser humano. Everybody knows, everybody knows. Lo sentía en las venas. That’s how it goes. Me daban ganas de romper, de escribir. ¡Carajo! Everybody knows. Yo sabía que mi vida eran las letras y tenía un cómplice en el camino. Su nombre: Leonard Cohen. I’m Your Man fue el disco que más veces he escuchado, que más veces he comprado, que más veces he regalado, que más veces he adorado. Lo veo, con un saco, ese hombre con cara de judío, con mi nombre, comiendo un plátano con tranquilidad en la calle, cantando con una voz oscura Take This Waltz para García Lorca. Lorca Cohen, su hija, en honor al gran poeta. Leonard Cohen había conseguido perpetrar un severo impacto en mi vida. Lo venía escuchando en el coche, en mi adolescencia, la primera vez que fui a un entierro. Jazz Police, la sentencia a veinte años de aburrimiento. La vida de Leonard Cohen en ocho canciones, terminando con el himno a toda la música con letra, a todas las letras, a todos los poemas. Terminando, el disco con el himno a todo artista Tower of Song. ¡Cuántas veces soñé con que mis letras llegaran lejos mientras la escuchaba! ¡Cuántas veces pensé en las mujeres que me abandonaron con You’ll be hearing from me baby, long alter I’m gone! ¿Tenía yo otra intención en mi vida más que llegar con las letras en el futuro a las mujeres que me habían lastimado? No, no en la época de I’m your man. Conocía la letra de cada una de las canciones de memoria. Todas. Cada frase, me emocionaba, fumaba mariguana escuchando esa voz extraña, esa música calmada, distinta, escondida, esos coros de mujer adornando la poesía. El señor era un poeta. Y yo sigo siendo un aprendiz de escritor.
Busqué más, y encontré aquello que todos conocemos, sus tributos, sus clásicos, lloré con Famous Blue Raincoat como lloramos muchos, me emocionaba imaginando a Leonard Cohen viajando entre drogas y New York con Janis Joplin: We’re ugly, but we have the music. Sentí el futuro cuando él lo describió, el tráfico que me espera en Boogie Street es el mismo que el mío. Conozco a Suzanne. Conozco a Marianne y le he intentado leer la palma, he intentado que me perdone. He intentado que me acompañe, que no me deje. It’s time that we began to laugh and cry, and cry and laugh about it all again. Sufrí acompañado de Marianne. Y sobre todo, en los momentos más difíciles de mi existencia recé al escuchar If It Be Your Will, con el alma de rodillas, entregada. Esperando encontrar alguna salvación que me hiciera sobrevivir aquellos años de crisis, similares a los que Leonard, mi maestro había vivido años atrás. Que, quizá, seguía viviendo sin decir. Hasta Dear Heather y la cesión de letras en su voz. Hasta su último tour después de haber sido víctima de un fraude millonario.
Tal vez sufría, tal vez estaba más allá del mal. Tal vez es un mortal más en estos días, tal vez sigue siendo sólo un niño judío desubicado igual que yo. Con el pelo gris y con derechos de usufructo sin reservas para el Tower of Song de todos los artistas que habitan cerca de su voz.
Mi homenaje no es homenaje. Es un simple intento de expresar con fervor la importancia de las letras en mi vida. Hay millones de poetas, millones, miles de escritores que admiro. Pero Leonard Cohen es mi maestro, es mi guía. Es la letra a la canción que siempre querré escribir.

¿Y ÉSTE QUÉ?

Mi foto
Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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