Esta maravillosa era digital de la que somos parte, refleja un mundo lleno de carencias, un mundo sin amor, lleno de gente sedienta de aprobación y fama. Fama ilusoria y amor virtual. Un gran tema para discutir, seudo políticos farsantes, agitadores de octava, aspirantes a periodista y periodistas baratos. Escritores sin letras y poetas sin poesía. Lucha sin lucha y causas sin causa. Una era en la que dentro de todo el valor, encontramos un vacío inmenso. La comunicación se vuelve inmediata, el arte también, la maravilla es inminente pero rodeada de mierda. Cientos de personas sintiéndose estrellas y llegando a trabajar a una oficina sucia, con una computadora vieja y un puñado de burócratas ignorantes desayunando Cocacolas y Gansitos. Pero el Twitter los salva. Hace que cada una de esas tristes personitas tenga una vida de fama, un escote deseado, una frase citada.
La calidad nunca será parte de las masas. Es difícil entenderlo, pero hay que buscar la forma de hacerlo. Escribir lo mismo que pueden escribir millones no puede llamarse sobresaliente, y pintar cuadros iguales a los de las tiendas baratas de decoración para enseñarlos por Internet y que unas cuantas personas digan que es una obra maestra no es suficiente. Aunque tantos lo sientan. Pobres de aquellos charlatanes que sienten que son famosos por su número de seguidores pero tienen su agenda real tan vacía que da pena, que dan por un hecho que todos los siguen con cuidado, pero en la tienda de la esquina nadie sabe su nombre. Nadie se pregunta quiénes son, cuando se presentan, nadie los conoce como alguien que suene.
La vida real, el éxito, son mucho más difíciles de lo que prometen las redes sociales, que aquella sensación de galán o galana, de periodista, artista o escritor, de gurú de la electrónica o conocedor del panorama global. Bah. Si en este país la falta de esfuerzo y de compromiso es lo que nos ha llevado a la chingada, es lo que caracteriza a una gran parte de nuestras instituciones. ¿Por qué seguir por el mismo camino del ahí se va?
Esta era, la digital, nos trae oportunidades maravillosas, tanto a los creadores como a los receptores, podemos saber, conocer. Mucho más, el pasado y el presente están en nuestras manos, todos los elementos necesarios para abrir nuestros empolvados cocos, para dibujar nuestros sueños y visiones del porvenir. Tenemos todo para tener todo. La única condición es no confundirnos. Tecnológica o no, la mierda es mierda. Busquen al periodista en el que crean, no importa de dónde sea y síganlo, escúchenlo, busquen sus recomendaciones y sigan de ahí. No se dejen vender por cualquier charlatanería tuitera. Lo mismo con los artistas, escritores, músicos, caricaturistas.
Vivimos en la mejor oportunidad de los artistas de toda la historia. Seamos creativos, demos la oportunidad a otros, busquemos nuevos horizontes. Es hora de convertirnos en nuestros propios jueces, en aquellos que seleccionan lo que queremos. Sólo hay que saber buscar.
Dejemos a un lado a los populistas agitadores, a las chicas doradas y a los comediantes vendidos. Demos su lugar a los tuitstars, en su estúpido mundito. En el que ellos mismos se sienten estrellas. Es hora de formar nuestro propio criterio, hacer nuestra propia vanguardia, dar pie a los nuevos movimientos y hacer de las letras la inspiración de millones. Eso es justo lo que necesita este mundo. Y para eso tenemos la tecnología, los bytes y los blogs, los tuits y los lins. Todo es nuestro. El pasado y el futuro nos pertenecen.
No lo desperdiciemos en pendejadas ajenas. Esas ya las conocemos.