lunes, 31 de agosto de 2009

RENOVARSE O MORIR

He hablado mucho del ritmo vertiginoso, de la velocidad desesperada, del mundo actual y de la aceleración de la era digital. Y aquí estoy, regresando a mis básicos, a mis más profundos básicos. Sólo hoy dejo de nuevo escribir a mi mano y dejarla hacer lo que le plazca.

Porque me aburrí. Porque el mismo ritmo del que hablo me está consumiendo de nuevo, me está fijando en la obsesión definitiva de ser yo mismo. Complicado pero constante. Me encuentro sentado frente a mi computador, tengo diez minutos para hacer lo que yo quiera, para ser lo que yo quieras, para dejarme perder. Para rescatarme de mí mismo en medio de las musas de oficina, en medio de los papeles y en medio de las letras, en medio de los cables que me conectan a la misma corriente eléctrica que carga mi teléfono y que le da fuerza a mi computadora.

Entonces intento renovarme, pero ¿cómo chingados se logra eso? Pienso. Tic-tac. Tic-tac. No sé. Tic-tac. Me vuelvo medio loco. ¿Y qué? Sigo mi camino incrustado en el teclado. Tengo diez minutos. ¡Diez putos minutos! Y necesito pensar en alguna frase inteligente de Leonard Cohen, o en alguna idea original para escribir algo. En un poema, en una historia, tengo diez minutos para seguir siendo yo antes de que un olor a vinagre se apodere de mi café. La oposición gana en Japón, el América apalea, la influenza amenaza, Jimena se aprovecha de su estado natural, Bolt sigue vivo, Berlusconi en medio de faldas. Y yo sólo tengo diez pinches minutos, ¿por qué?

Buena pregunta. No lo sé. Renovarse o morir. Ser yo de nuevo y diseñarme antes de añejarme. De nuevo, dejo escribir a mis manos, permito a mis dedos hacer lo que les plazca antes de sangrar. Trabajo con furia por terminar con estas teclas. Busco una foto nueva, recupero imágenes anteriores, correteo como personaje de caricatura mi alimento día con día. Quiero ser un geek. Quiero ser yo mismo. Quiero gritar. Quiero escuchar en medio de mi grito. Quiero volverme loco. De una vez por todas por sólo diez minutos.

Para después regresar a escribir un poema que tranquilice mi alma, para después compartir con un par de ojos una historia. Para después regresar a mí. A un viejo yo que pronto necesitaré renovar.

RESEÑA BLOGUERA - PALABRAS TEXTUALES

Una de las ventajas de la era del blog es que cada quien dice lo que quiere, la responsabilidad es de quien escribe, no de quien lee. Eso me atrae muchísimo; como cuando alguien me pide mi número de celular y me pregunta la hora en la que puede llamar. Si alguien tiene mi número celular, es para usarlo, la responsabilidad de apagarlo o quitarle el sonido en las juntas o en el cine, es mía, no de la persona que marcará.

Así veo hoy el mundo de la información. Así que hablaré de un blog que me divirtió porque me divirtió. Punto. Alguien me lo recomendó, lo leí y me divirtió. No necesité mucho tiempo para hacerlo ni un elevado nivel intelectual. No se convertirá en la nueva página que abriré para enterarme de las últimas noticias o del más glamoroso restaurante de Nueva York, simplemente, dedicándole el tiempo que me parezca prudente, pasaré un buen rato, me identificaré o querré contribuir a la estupidez masiva que con gran tacto se presenta.

La creatividad tiende a lo simple, a hacer cosas sobresalientes sin importar tanto el formato “alocado” o “original” Romper paradigmas hoy en día, luego de haber respirado por décadas el derroche de pretensión, imágenes “innovadoras”, palabras “ingeniosas” y sinsentidos hasta decir basta, se convierte en un reto de calidad. Alcanzar la médula de los ingredientes y no sólo de las salsas. Palabras textuales me parece un blog creativo sin pretensiones, sin buscar nada más que plasmar una idea y hacernos ver en una pantalla de perfecta sátira las realidades del mundo que nos rodea, la estupidez sigue vigente.

En 2001 Esteban Peicovich me regaló un gran tesoro: su libro, Poemas plagiados. El concepto me dejó maravillado por su audacia. Desde entonces he leído algunas cosas por aquí y por allá, muchas de ellas espectaculares (prometo pronto hablar de eso), Palabras textuales me recordó, hasta cierto punto, la audacia que me hizo sonreír al leer a Peicovich. Definitivamente uno de los blogs más refrescantes que he encontrado en la red. Y lo más importante (al menos lo que más agradezco como lector), sin pretensiones.

Palabras textuales también se puede seguir en twitter: @ptextuales

Cada lunes publicaré una pequeña reseña como ésta. Me encantaría que me manden sus recomendaciones constantemente (y las de sus propios blogs) para poder ampliar mi panorama. Me he encontrado con cosas francamente increíbles y quiero conocer más.

jcohen@jcohen.com.mx

viernes, 28 de agosto de 2009

BUSQUÉ

Busqué por la noche tu cintura
enredando en tu espejo mi deseo
Busqué tus ojos con mis manos
y encontré tu piel desesperada

Me hablaste, me soñaste
Lo dijiste
Me sentiste penetrarte
sin culpa, sin memoria

Busqué por la noche tu cintura
y sabiendo que eras tú
no te encontraba
Busqué tus besos con mis sueños

Me pensaste, me tocaste
Lo sentiste
Me pensaste penetrarte
con memoria, con locura

Busqué tu imagen en mi cama
Y eras tú, desnuda del alma

jueves, 27 de agosto de 2009

DECISIÓN FIRME

Estar convencida de su propia decisión al parecer no era suficiente, la pasión se filtraba por su sangre, imaginaba las manos frías en su espalda, era inevitable sentir. A pesar de la decisión. Era necesario mantenerse firme. No podía darse el lujo de no estarlo, no en aquel momento.

Sin embargo, Alicia sentía aún el aliento de aquel hombre en su espalda, tibio; durmiendo, después de hacer el amor. Sentía el calor y la locura. Pero no había nada que pudiera hacer. Mantener el camino andado era una cuestión de honor: no había marcha atrás. A pesar de recordarlo besando sus labios, su cuerpo, a pesar de recordarlo sobre ella, desnudos, haciéndola gemir hasta perder la respiración.

Lo había decidido, el compromiso era vital, con ella misma, con nadie más. Era un hecho. No podía arrepentirse. La debilidad no era parte de sus atributos emocionales. Alicia era una mujer de acero, a pesar de sentir aún aquella lengua recorriendo su cuerpo. Sintió deseo, una furia por abalanzarse hacia él desesperadamente y devorarlo. Decirle todo aquello que sentía, amarlo, perdonarlo. Regalarle el resto de su vida. De pronto el deseo se convirtió en una necesidad. Las lágrimas la sacaron de sí misma, la levantaron del suelo, la aterrizaron de nuevo. Las lágrimas se convirtieron en un grito insoportable que su estómago necesitaba sacar. La necesidad se convirtió en amor. ¿Por qué? ¿Por qué?

La decisión estaba tomada. Apretó el gatillo y vio la sangre de aquel hombre volar.

miércoles, 26 de agosto de 2009

TWEET GENERATION

No sé por qué me rehusaba a escribir del tema. Ya no puedo más. He leído al respecto por todos lados y me siento parte del movimiento, ¡sí, señor! ¿Cómo se podía concebir un mundo en el que la comunicación tardaba tanto tiempo? ¿Cómo se podía concebir un mundo en el que esperábamos semanas para recibir una carta? ¿Cómo se podía concebir un mundo de rollos y bla bla blas? ¡No! Lo de hoy es la velocidad, todos tenemos algún lugar al que llegar, algún tráfico que superar, algún jefe que complacer, alguna llamada que contestar, alguna canción que descargar, algún video que subir, algún sms que mandar, algún lugar que descubrir, alguna novia que ver, algún coche que comprar, alguna ciudad que recorrer, algún destino que alcanzar. ¡Ah! Lo de hoy es el run-run-run-run. No tenemos tiempo, no nos es suficiente el día, tenemos que dormir, tenemos que comer, tenemos que llegar. ¡Imposible! No se puede procesar toda esa información: todo es demasiado, cada vez hay más inventos para desmenuzar las noticias, para reinventar la publicidad. Cada vez hay más velocidad para alimentar la velocidad. ¡Cada vez hay más! ¡Y más! ¡Y más!

Entonces nace el número 140. Un tweet. Suficiente para decir algo, pero demasiado poco para dar pie a la paja. Yo te doy el encabezado, si te interesa la noticia la lees, si no, te sigues de frente. No necesitas borrar, ni responder, simplemente pasas de frente. Yo te mando un saludo y tú respondes cuando puedas. Punto. Y si no puedes, no respondes. Somos espías, escritores, entretenedores, todos somos comediantes e informadores. Todos somos una figura pública y todos tenemos voz. Siempre y cuanto, lo hagamos en 140 caracteres. Todos somos amigos, todos nos queremos mucho, podemos ligar o reír, siempre y cuando lo sepamos dividir en 140 caracteres. ¿No es maravilloso? Escribir un tweet puede tardar horas de síntesis, claro. Pero leerlo, no puede tardar más de un par de segundos. Esa es la maravilla, el tiempo que le dedicamos es nuestro. Y ya. ¡Yupi!

Todos para uno y uno para todos. Los multimosqueteros del twitter, de la generación de la prisa, de la velocidad, de los ritmos vertiginosos y el exceso de información. En 140 caracteres contamos con correctores de estilo, críticos, espectadores, fans, lectores. Todos somos alguien. Y nada necesita más el siglo veintiuno que hacernos sentir alguien, que hacernos sentir escuchados. Que hacer más corta la distancia entre los países, porque así lo es para todos, ¿por qué para nosotros sería diferente? Quiero hablar contigo, estás en España, Venezuela, Irán, Suecia, Australia. Te digo hola y (si estás despierto, claro) me dices hola de vuelta en el segundo. Pero sólo hola. Estoy bien, mañana voy a ver la ópera. Te cuento. Beso. No más. Nada más. En segundos, sabemos lo que tenemos que saber. En público o privado. Uno puede ser muy propio o muy soez. ¿A quién putas le importa? No me gusta, doy unfollow. Y ya. Nadie nos obliga a nada. ¿No es maravilloso?

En Irán la gente habló. En Venezuela la gente habla. Cada vez es más difícil reprimirnos. Y a todo esto, somos dueños de nuestro tiempo. ¿No es increíble? Somos dueños de nuestro tiempo, somos dueños de nuestro tiempo. Eso es algo para brincar de alegría. Decidimos de qué enterarnos y de qué no. Qué callar y qué no, soñamos, somos galanes y modelos. Somos nosotros mismos y nuestra mejor parte, ventilamos nuestras intimidades y nuestros secretos, sólo cuando queremos, si así lo decidimos, nos callamos.

Todos somos parte de la generación tweet, al menos todos podemos serlo, para hablar de la muerte de una celebridad, para hacernos los chistosos, para hacer una ópera, hablar de la lluvia de estrellas, hacer una novela o aleccionar a los herejes. Cada quién decide para qué y nosotros decidimos a quién. Somos dueños de nuestro espacio, de nuestro tiempo y de la información que recibimos.

¿No es extraordinario pertenecer a un mundo así? Habría que preguntarle a @RicardoZamora @jmatuk @ba_anderson @danysaadia o de plano a @BarackObama o a @aplusk. A @paulocohelo @el_pais @nytimes tal vez.

Somos nosotros los que alimentamos las comunicaciones de la nueva generación. Por cierto, ¿recomendaciones para seguir en twitter?


ATENTAMENTE

@JCOHEN77

martes, 25 de agosto de 2009

EL TRANSPORTISTA Y ELLOS

Hubiera intentado hacer algo distinto. Era imposible siquiera pensarlo. Tal vez pensé en gritar, pitar, matar. Pensé en todo. Pensé incluso en convertirme en el vengador anónimo: un asesino serial contra esos hijos de puta que se meten en mi vida y no me permiten respirar. Pensé hacer algo. Pero todo sería inútil.

Entonces, simplemente dije chinga tu madre con todas mis fuerzas y seguí de frente. Frustrado. El objetivo de mi poco suficiente mentada fue un joven, no pasaba de los diecisiete, playera sin mangas, cabello engrasado en forma de picos, collar de perro, cigarro en una mano y volante en la otra.

El chofer de un microbus. De una mezcla de piezas maltratadas haciendo un modelo ‘74 de una combi ’82. Bondo en la compuerta, llantas de Fórmula 1, calcomanías de cualquier cosa, de todas las cosas, calcomanías de lo que fuera. Y espíritu aventurero de un Schumacher temerario. Todavía no tenía licencia para conducir y ya era el orgulloso chofer de un transporte público a cargo de la vida de al menos quince personas amontonadas.

Su primera hazaña fue recoger pasaje en segunda fila, en medio del tráfico y esperar a los que venían corriendo para no perderlo. Un poco de paciencia, carajo. Lo pensé y lo hice. Respiré, subí un poco el volumen del radio y esperé. Segunda, el mismo acto que anteriormente pero tres metros más adelante. La calle libre en el sentido que íbamos nosotros dos, pero infestada de sus símiles del otro lado. Tercera hazaña: igual. El radio ya no contribuía a mi paciencia, mi paciencia ya no contribuía a mi paciencia, mis nervios no contribuían a mi pinche paciencia. Iba a cumplir diez minutos en menos de una cuadra. Y tenía que llegar al trabajo. Puta madre.

La siguiente hazaña es la más conmovedora. Los adolescentes educados de nuestra amada ciudad. El niño de diecisiete años decidió tirar su envase de Coca por la ventana, luego el cigarro. Y después, en gran maniobra de velocidad, cual doble de cine en película de acción, decidió dar la vuelta en u. Como sus compadres optaron por mandarlo a la chingada y no dejarlo pasar, quedó adornando los dos carriles que iban hacia el Norte. En uno de los cuales yo veía el panorama completo. Sin importar el ruido de las bocinas que decíamos que se quitara, el joven encendió otro cigarrillo -tal vez preguntó a sus pasajeros si a nadie le molestaba que rompiera la ley- con toda tranquilidad y esperó hasta poder echarle encima la lámina a otro imbécil como él. Lo hizo. No libró. Yo llevaba veinte minutos de mi tiempo esperando, sin que me tocara el tráfico, sin que nadie me pidiera permiso, sin que nadie pusiera orden -los policías estaban contentos en el cruce, charlando-. Al final, chocaron. Leve, pero lo suficiente para que ambos bajaran de sus unidades y discutieran. Mientras tanto, como de Norte a Sur había mucho tráfico y el carril de Sur a Norte estaba libre (gracias al tapón causado por el idiota chamaco que es la razón de esta historia), el resto de los transportistas públicos de mi ciudad, comenzaron a meterse en sentido contrario aprovechando que quien estaba frente a mí les hacía camino: batalla medieval, todos contra todos.

Una vez que los dos involucrados en el siniestro se arreglaron, uno dejó pasar al otro, ellos quedaron libres de todo atorón y nosotros... coches contra coches, frente a frente. Los policías seguían en el semáforo, riendo.

Al ver al joven de pelos de pico y playera sin mangas partir fumando, quise hacer muchas cosas, quise matar a todos los que se parecían a él, quise disparar hacia todas direcciones, y lo más que salió de mi ser fue un insuficiente chinga tu madre.

Yo duré todo el día con el estómago revuelto, todos ellos ni se acuerdan.

LA OSCURIDAD DE TU RECUERDO

Entre la oscuridad
de tu recuerdo
y la pasión de mi locura
encuentro un castillo desolado
Un rincón completo
en el que tu cuerpo
es el paisaje
El fuego es la memoria

Y descubro en tu mirada
el pasado de mis manos
su presente desvivido
El recuento del delirio
en que habitamos
nuestra cama
El instante de la luna
floreciendo en tu sonido

Entre la oscuridad
de tu recuerdo
y la pasión de mi locura
me dibujo en tu humedad
desesperado

lunes, 24 de agosto de 2009

DESPERTANDO DEL INSOMNIO

Ante la amenaza de la sonoridad del despertador, justo antes de que los pajaritos comiencen su concierto, la angustia se apoderaba de mí. ¿Por qué? Porque nadie que padece insomnio puede amar a los pajaritos imbéciles que le hacen saber que ya pasó una noche más. ¿Sueño? Nada. La oscuridad más profunda que puede otorgar la noche es el insomnio. Cónico. Peor. Su puta madre.

Una vez que sonó el despertador -con ese ruido maldito y espeluznante capaz de destrozar almas- sabía que ya no había más que hacer, que toda oportunidad había terminado, que el día empezaría con toda la mierda que puede traer consigo un día sin dormir. Parecía convertirme en el experto de las ojeras. La parte negra del espíritu se descubre en las noches sin dormir. Me duché: sin ganas y sin fuerza, llevando a cabo una actividad automática, tal vez controlada por el mismo robot que impedía mi muerte. Vivía en automático. Eso es odio, no enterarse de tu día, lagunas mentales, falta de hambre, escalofrío, desesperación, irritabilidad, desesperación. Uf, de nuevo me estoy pasando de adjetivos. Pero es verdad, el insomnio es una muestra de la muerte en vida, lo zombies no son más que insomnes. Lo decidí hace meses. Soy un zombie.

Lo malo de ser un muerto viviente es algo similar a lo que sucede con la gente que sabe tomar: hace las cosas propias de los borrachos, pero nadie sabe que está borracho, así que su quemón es aún mayor. ¿Me explico? Ser un muerto viviente es algo que sólo otro zombie puede entender, para los demás, sólo serás un perdedor. Así se juega esto. Ya qué.

Caminé por la calle para tomar el transporte público, también en automático, esperando en automático, respirando en automático. El sueño de todo pendejo -como yo- se hizo realidad, la hembra más buena del camión se sentó justo junto a mí. Me sonrió, intentó conversar. Y yo, idiota. Lento, sin poder decir lo que pensaba y sin poder pensar lo que escuchaba. Jodidamente ido. Jodidamente vivo. Desperdiciando la oportunidad que había soñado durante años, llegué a la oficina, a ese estúpido cubículo en el que sentiré ganas de dormir todo el día, a ese teclado sucio y viejo que me provocará sueño cual almohada. Ahí llegué. Un insomne perdedor. A punto de perder su trabajo. Ya qué, el trabajo, su puta madre. Era cuestión de tiempo.

El día transcurrió. ¿Cómo? No sé. Transcurrió. Había dicho antes que padezco de lagunas cuando duermo. Y sí, las padezco. No tengo una maldita idea de qué pasó durante ese día. Sé que era lunes, y sé que intenté regresar a casa. Y sé que no regresé. Que paré en una tienda a comprar una botella de ron barato. Bebí. Me ardía el estómago y la garganta, me valió madre. Bebí. Desesperadamente. Hasta que mi lengua se acostumbrara, hasta que logré seguir bebiendo. Y seguí bebiendo. Comencé a sentir sueño, pero al mismo tiempo, sentía una vitalidad que no sentía hacía semanas. Caminé. Bebiendo. Caminé. No me dirigía a mi casa, lo sabía. No me importaba, nada me importaba. Sabía que no debía tardar mucho, que pronto mi cabeza comenzaría a doler, mi estómago a sonar y yo a vomitar. Pero quería llegar a algún sitio, antes de que esto sucediera.

Al entrar a aquel lugar, al que llegué en automático, todas las putas me saludaron, hablaron de mí. Rieron conmigo. Me sentí querido. Era querido. Todas me acariciaban, me consentían.

De pronto llegó un hombre, simpático, a buscarme. Me dio un sobre con dinero. Mi pago del día. ¿Qué? ¿Del día? Poco a poco comencé a recordar. Sí, aquella mañana también lo había hecho. Claro, ¿cómo pudo haberse escapado dicha escena de mi mente? El hombrecito simpático me dio la pastilla. Me dijo cuándo tomármela. Lo entendí todo. Entendí que mañana mataría a alguien de nuevo. Y que por más promesas que escuchara, nunca podría volver a ser el de antes.

Hasta que el insomnio me matara a mí.

viernes, 21 de agosto de 2009

MILES DAVIS

Cuando Cicely Tyson adoraba escuchar Human Nature de la gran revelación del música pop Michael Jackson, Miles tenía 57 años. Tal vez Davis, siendo ya uno de los más grandes de la historia, pensó en componer algo similar para regalarle a su mujer, o tal vez enfureció por dentro al descubrir que ella no escuchaba con la misma pasión su magnífica trompeta. Tal vez muchas cosas, pero Miles Davis tocó para Cicely Human Nature a su modo. Como todo lo que hacía, resultó hipnotizante.

En su aliento sonaba el deber más que la inspiración, elemento intrínseco en su ecléctico entusiasmo. Miles Davis había nacido con una trompeta pegada a los labios. Esa fue la base de su excentricismo quizá innato, el poder que le otorgaba ser el amo del Cool, Haber tocado a los dieciocho años en el quinteto de Charlie Parker, del gran Charlie Parker y logrando dejar atrás el nerviosismo del Bop.

Sin embargo, había mucho más que innovación en la magia de su música: la sensualidad alcanzada con It Never Entered my Mind evocaba un escenario sensorial que acariciaba por dentro, que lograba llegar a la piel, no sólo a los oídos. La fusión de ideas en su cabeza lograba colores definidos en notas para alcanzar un clímax embriagante. Miles lo sabía. Lo pintaba. Lo tocaba. Davis inventaba música. Creaba texturas y colores con el aire. Y al saberlo, comenzó el otro viaje, el que lo llevó, más tarde en su vida, a presentarse frente al presidente de los Estados Unidos de América, Ronald Reagan, a los 61 años de edad, rompiendo todo protocolo de etiqueta, con una serpiente roja grabada en un saco de esmoquin, con chaleco sobre chaleco. Desafiando y representando. Siendo él la voz, a través de la trompeta, quizás, más famosa del mundo. Al menos, la mejor cotizada en el mundo del jazz. Los Ferraris y esos juguetes no los podía usar cualquiera. Era necesario tener a espaldas un Kind of Blue, y So What para avalarlo. Era necesario el cool. Era necesario haber sido guapo.

Era necesario ser Miles Davis.

Lograr en diez horas alcanzar un sonido flotante, grabarlo y vender la inusitada cifra de cuatro millones de copias. Lujo que el jazz nunca había alcanzado a darse. Kind of blue representaba el sentido más puro de la tristeza, de aquella tristeza avalada por lo más bello del sonido. Estableciendo un lazo entre las emociones, la música y el poder. Estableciendo un inmortal enlace entre la poesía hecha trompeta y los años de supervivencia. En 2009 sale una nueva versión conmemorando los cincuenta años del lanzamiento de dicho disco elaborado en tan sólo diez horas y alcanzando los primeros cincuenta de su inmortalidad. George Rusell hacía su parte, el papel y las cuerdas contribuían. La presencia de Parker y el bebop seguía su camino. No sólo se necesitaba inspiración, se necesitaba conocimiento, estudio, técnica. Se necesitaba Rusell. Encontraron juntos la teoría en 1958, y descubrieron la forma de combinar los acordes y las notas para lograr una armonía desconocida hasta entonces por el jazz. “Si Bird no estuviera muerto, se hubiera muerto de nuevo”, dijo a Davis a Russell. No tardó tanto So What: no tardó tanto Kind of Blue. Llegaron las diez horas que cambiaron al mundo del jazz. No sólo era Miles -a pesar de ser el alma conductora de aquella sonoridad reveldora-. Eran John Coltrane, Bill Evans, Wynton Kelly, Paul Chambers, Jimmy Cobb y Cannonball Adderley. Coltrane, justo ahí encuentra plataforma para despegar con identidad propia: inmensa, sellándose años después con A Love Supreme.

El oficio y la pasión desentonaban en Miles la identidad única que lo hizo sobresalir, que dio cuerpo a su música y a su imagen. Cool. Tal vez sólo esté hablando de Miles Davis, tal vez de su música y tal vez de Kind of Blue.

A cincuenta años de Kind of Blue, su impacto sigue siendo novedad, sigue haciendo historia como uno de los álbumes de mayor influencia de todos los tiempos, no sólo para el jazz, sino para algunos músicos de rock y de clásica.

Tal vez se alcance a sentir el aliento en su trompeta, la cara inflada por el aire detonador de melodías, los ojos perdidos y la vestimenta excéntrica en una mañana cualquiera, maduro enamorado, buscando renovar el amor de su hermosa mujer haciendo magia de Human Nature. El Midas del Jazz, Miles Davis. Haciendo historia como aquel que revolucionó el jazz y los sentidos de muchos de nosotros.


Colaboradores @marko123 @barbarab1833 @teporingo @lady_marian21 @NaborGarrido @victorio1 @pablocozzaglio

miércoles, 19 de agosto de 2009

BELLEZA Y LUZ

La majestuosidad
de tu figura
desgarrando madrugadas
compartiendo corazones
La luminosidad
de tus colores
tu cara y el espacio
El sentido
de responsabilidad
adquirida
por haberte visto
alguna vez
Por haber compartido
tu belleza
en alguna luna injusta
La majestuosidad
de tu figura
conviviendo con la luz

martes, 18 de agosto de 2009

ESCRITORES DIGITALES

Pues de nuevo aquí, entre Miles Davis y otras noticias menos interesantes, intentando regresar al mundo como lo concibo, a un mundo lleno de pasiones, desengaños y belleza. A un mundo en el que la música y un monitor logran mayores objetivos que mítines y manifestaciones.

Hoy me considero dentro de una revolución silenciosa que se lleva a cabo en los escritorios oscuros de solitarios escritores, de geeks desinhibidos en habitaciones y guaridas. Hoy me considero parte de un mundo alterno que se llama futuro. Y las letras siguen presentes. Estuvieron presentes en el principio de la humanidad y están presentes en el momento en el que la tinta parece quedar atrás. No sé exactamente la razón por la que escribo esto, pero es eso precisamente lo que adoro de escribir en mi computadora, solo, en mi blog, sin que nadie me diga qué pudo o qué no puedo decir. En un mundo en el que mis letras son mías, tal cual, y si alguien llega a ellas, llegará al centro de mi médula.

Mis letras hoy no son sino tinta desesperadamente agradecida. No son sino locura compartida y pasiones condensadas. Mi tinta hoy es de todos, como siempre lo ha sido, con historias y recuerdos, con anécdotas e imágenes. He vivido un momento de todos, de aquellos que no se dejarán parar por nada, que pondrán sus ideales ante cualquier cosa.

Esta semana fui testigo de una cara de mi país que no se conforma, con una cara de mi región que no se conforma, con una cara de mi idioma, que no se conforma. He conocido a la gente que no se calla, que conoce, que busca y que al final del camino encontrará. A la gente que esperará al futuro (como quiera que aparezca) con la espada desenvainada, listos para triunfar. En esta ocasión fue un paso pequeñísimo en el arte, yo no sé hacer otra cosa.

Somos una comunidad enorme y creciendo, somos una comunidad heterogénea que tiene varios cerebros y miles de puntos de vista. Somos artistas y escritores. Todos somos escritores en la nueva generación.

Pero sobre todo, somos ávidos lectores del mundo que vivimos, lectores que retamos al arte y la noticia comparándolos desde nuestro feed en la computadora. Escritores somos todos. Yo me declaro un ferviente lector. Gracias por su voz y por la experiencia.

Nos veremos pronto para hacer sonar el grito mucho más fuerte. Para volvernos exigentes.

¡A escribir!

lunes, 17 de agosto de 2009

EL ESPEJO (FINAL)

Buscó en cada una de las ventanas esperando encontrar alguna presencia, buscó en los pedazos de espejo roto algún reflejo de alguien que la observara, tal vez ahora venían por ella. Tal vez aclararían todo. Ruido. Era sólo eso, ruido, quizás era el viento que se revolvía entre susurros que enfriaban su mente, quizás la congelaban en el tiempo. Buscó en el suelo el cuerpo de su amado: había desaparecido, la sangre seguía ahí, el espejo seguía ahí.

El viento y la noche eran lo único seguro en aquel momento. Como en medio de una pesadilla llegó a otra habitación, sin sangre en el suelo, sin espejo roto, sin hombre, sin cuerpos. Otro espejo. Al mirar su imagen, el tiempo había cobrado la factura, el templo de sus sentidos era implacable testigo. ¿Qué pasaría ahora? ¿Cómo debía enfrentarse a lo que había evitado durante tantas horas o, posiblemente, tantos años? Todo era igual, parecía poder ver su futuro en aquella imagen fragmentada de su memoria. Vivía, seguramente, el reflejo incierto y sereno. Tenía que enlazar los hilos para alcanzar a ver su destino. Necesitaba encontrar su imagen completa nuevamente. Su reflejo era tan sólo un hueco en el universo.

Esperó un segundo suspendida en su imagen, buscó la sangre. No había tal. Sin embargo, el olor a pólvora seguía presente, estaba segura, si es que podía estarlo de algo. Abrió los ojos, o pensó hacerlo, ¿para qué necesitaba su reflejo completo si el alma que no se reflejaba estaba hecha pedazos? Intentó dejar a un lado los recuerdos.

Olvidó su nombre y perdió de nuevo su imagen. Descubrió que el secreto se encontraba en aquella misma habitación, en la cercanía de su propio aliento. ¿Se estaba volviendo loca? ¿Siempre había estado loca? Respirar hondo: ¡imposible! El aire era denso como agua. Tal vez estaba a punto de descubrir lo que había esperado toda su vida. Podía oler el blanco y los medios tonos hacia el gris de plomo: saborear el rojo. Los colores se fueron apoderando de ella, poco a poco, imperceptiblemente, hasta que se dejó caer en el más profundo negro. ¡Necesitaba salir de aquel trance!

Ausente, con los ojos muy abiertos, con los trozos de corazón clavados todavía en las plantas de sus pies. Tal vez no era locura, sino un alma reflejada en mil pedazos todavía. Decidió sentarse en aquella esquina, bajo la ventana, estaba sola: abrazó sus rodillas al pecho. Herida, quebrantada, arrepentida. Su pasado era el único que podría regresarle su propia imagen. Lo buscó. Por un instante pudo sentir su luz encerrada en su propio cuerpo. En ese cuerpo empapado de sudor que ella misma no parecía reconocer. Quería resurgir de entre las cenizas. El espejo se encontraba dentro de ella misma, al igual que sus filosos pedazos destrozándola, sólo que ahora sin sangre, todo más limpio que nunca.

Recordó de nuevo el estar desnuda entre sus manos, el sentir de su piel desnuda, el dolor de no tenerlo. Recordó los años, tantos años a su lado, recordó todo aquello que había perdido: su ausencia y su presencia. Escarbó dentro de su pasado y logró sentir la fuerza de su aliento. Se encontró con ella misma, encontró dentro de su propio cuerpo el cristal que daba forma al espejo, el filo que la hería, lo vio todo.

Lo supo desde el principio, tenía asuntos pendientes. El espejo era el reflejo de su propia vida, de la vida que sintió desdoblarse con la muerte, con su propia muerte. Con los cinco años que llevaba separada de él por la tumba que llevaba su propio nombre. Ella. Muerta cinco años atrás. Observando a la nueva amante de su hombre en el reflejo del espejo de la muerte.

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viernes, 14 de agosto de 2009

EL ESPEJO (TERCERA PARTE)

Descubrió que no encontraría nada en aquella calle, que la muerte se cobraba puntualmente todas sus facturas. Descubrió que sus instintos la obligaban a regresar.

Habían pasado tantos años, eran tantos los recuerdos que se desvanecían. Ocho años atrás, cuando la nostalgia recubría su soledad, había conocido a un hombre que simbolizó la locura y la constancia, la aventura desmedida y la seguridad. Ocho años atrás había comenzado su nueva vida. La calle la ayudaba a recordar, se enfrascaba en su propio recuerdo, en aquella tarde, poco antes de tomar la decisión de mudarse a vivir con él. Una tarde de lluvia, de un aguacero insoportable, esperando en la terraza de un café. Una escena alejada por completo del romanticismo imaginable: nervios, una potencial pelea en puerta y un infame trueno retumbando en su cabeza. Necesitaban salir de ahí a toda costa, habían pagado ya la cuenta y esperaban que bajara un poco la lluvia.

De pronto, el silencio fue más fuerte que la lluvia y los obligó a salir corriendo del lugar. El hombre cayó de boca frente a ella, empapando su traje y rompiéndose en mil pedazos la nariz. En un principio ella sintió vergüenza, miedo, pero los nervios detonaron pronto una risa que cambió el rumbo de su relación

Otra vez en aquella noche, en la que un espejo había logrado perderla, a media calle, con las manos ensangrentadas y pedazos de cristal en los zapatos, de frente al destino que había perdido al mismo tiempo que su ya desaparecido pasado.

Decidió regresar a la misma casa que su hombre, en la que yacía, tal vez muerto, tal vez comprendiendo que no lo estaba. El espejo en la habitación estaba roto. Algo era real. Se reflejó el primer sonido. Intenso. Supo que era ella, que era su voz. Tuvo miedo. Debía entender antes de tomar decisiones, sin embargo, ¿qué decisiones podría tomar? Volteó la vista a los espejos, completos y rotos, en el suelo, descansando de ella misma. Los reflejos gritaban su nombre, ella se tapaba inútilmente los oídos para no escuchar.

Tenía que enfrentar sus más grandes miedos. Lo sabía. Su hombre seguía cerca. Tenía que enfrentarlo todo. Tal vez matar. Sería una cobardía dejar de vivir. Buscó alguno de los espejos para intentar de nuevo buscar su imagen. Habían desaparecido, sólo se topó con un mar de sangre. Recordó aquel último disparo, quizá definitivo. No tuvo el valor para hacerlo propio.

No podía encontrarse, tampoco su reflejo. Los espejos traicionaban, las instancias y la gente. Ahí estaba. Sin más, sin saber qué pasaría. “Matar”, una y otra vez se repetía. La muerte se apoderaba de ella, buscándola quizás. Pensó en su sangre, en su cuerpo, en cada momento que había vivido al lado de su amante, en cada orgasmo y cada bocanada de humo. Extrañaba sus pecados, ese delicioso vértigo de la constante lucha contra su propio corazón. Su memoria no servía de mucho. No había espejo que pudiera hacerla encontrar su propia existencia. Regresó sus pasos hacia los añicos de un espejo reflejando el inevitable futuro que la esperaba.

Y tropezó a medio camino con el cuerpo de su amante. Aceptar la culpa jamás la haría libre. Sólo aceptar que la razón reposaba entre los cristales de un espejo destrozado. Después de eso, todo fue miedo, un miedo de su propia presencia, miedo de lo que veía y de lo que no veía, de lo que no podía entender. ¿Sería ese el paso definitivo para que su razón y corazón finalmente comulgaran? La primera respuesta que llegó a su mente fue un sí. Cogió lo que restaba de su valor y caminó entre los cristales rotos, dejando atrás el cuerpo del hombre que alguna vez la había hecho feliz. Debía enfrentar al gigante que la acosaba.

Necesitaba valor para soportar las heridas del espejo destrozado, del delirio de su ausencia. Era una empresa difícil, necesitaba de toda su fuerza, lo dudó un par de veces al sentir la sangre fría en la piel de sus pies desnudos.

Ruido. Espejos. Muerte. ¿Alguien se acercaba? La verdad ahora estaba más presta a encontrarla.

@alfred_viajero @Jokebed @GinevraVampire @EugeniaGG @lorenzodiaz @elisanajera @esvepazos @hgarcianeria @FatimaIPP @PetiteOrange @marioenrique @MaiaT

miércoles, 12 de agosto de 2009

EL ESPEJO (SEGUNDA PARTE)

Intentó voltear hacia la ventana, no supo si lo hizo antes o después de aquel sonido. Había sido un disparo, no tenía duda. Regresó a buscar su reflejo, tenía miedo de perderlo.

El suelo estaba lleno de pedazos de cristal, de pequeños reflectores de luz que escondían su imagen desfigurándola. Cerró los ojos. El espejo cayendo fue callando los reflejos, acallando los recuerdos. Tomó dos fragmentos y los acercó a su rostro, esperaba la respuesta que vendría del otro lado. Al lograr un segundo de cordura, lo único que comprendía era que todo era surrealista y ajeno: sin explicación coherente. ¿Para qué le servía entonces la cordura? Intentó reponer su valor, su fuerza, pero las palabras seguían siendo insuficientes para describir lo que veía. Su cabeza había dejado atrás la capacidad de comprensión.

Miró al suelo, lo encontró. Tendido. Inerte. Tal vez él estaba tan muerto como ella se sentía. El espejo la aprisionó dejándola inmóvil. Los fragmentos que terminarían con pasado perdido seguían en sus manos: la sangre caliente corría por sus dedos. Miró fijamente a los ojos de su amante intentando escuchar la anhelada respuesta. Él tampoco la tenía, su voz se había agotado. Aquellos ojos que habían sido su cielo ahora se nublaban en una mezcla de culpa y tristeza.

No soportó un segundo más ahí. Salió corriendo con toda su fuerza, intentando escapar de sí misma, dejar todo atrás, su propia imagen y su propio cuerpo, quería correr para abandonar su pasado y no alcanzar su futuro, quería correr de su presente, hacerlo un espacio paralelo al universo. Quería perder, algo más que la vida: perder. Perderse, como un loco y retorcido insecto.

De pronto se encontró sola, en la calle. Se detuvo para respirar, justo antes del colapso: su cuerpo no soportaba más. Jadeando, buscó algo, lo que fuera, necesitaba limpiar el sudor y los recuerdos. Trataba de reconocer cualquier cosa a la vista, buscando, sin esperanza lo que la había llevado a ese momento. Así, alcanzó a ver un lienzo a sus pies. Intentó llegar a él para borrar o para recordar. No importaba el camino, necesitaba desaparecer.

El suelo giró rápidamente haciendo que perdiera el sentido, su propio equilibrio la traicionó. Sólo sola se encontraba. La calle, súbitamente, atestada. Volvió a correr sin rumbo fijo, huyendo de la multitud. Ya no había caminos para sus pasos, ni dolor para su angustia, sólo reflejo para sus ojos. Imaginó haber regresado al espejo. Rompió a llorar. ¿Esquizofrenia? ¿Alguna enfermedad incontrolable? A su derredor sólo se topó con su reflejo. Sin distracción que pudiera confundir su propio eco, su alma albergaba el destello de lo que buscaba. ¿O no? Llegó el momento que tanto temía, una luz poderosa que penetró su mirada, cegándola.

Seguramente así se sentía morir.


@cejas @HUOVARA @BniceSilva @GinevraVampire @LPastrana @elisanajera @Arquizer @davidespana @barbarab1833 @CarlosRene89 @krystanow @cperalesg @MCvel @Touielle

martes, 11 de agosto de 2009

EL ESPEJO (PRIMERA PARTE)

Estaba lista para partir. Eran las cinco de la madrugada. Todavía recordaba aquellas manos rodeándole la cintura, la fuerza de sus brazos envolviéndola y logrando hacerla sentir.

De pronto sonó el disparo. Todo se borró. La opresión de una oscuridad absoluta se apoderó de ella. No supo cuánto tiempo había transcurrido, ni cómo; despertó envuelta en su propio sexo, en el olor inconfundible de su propio cuerpo descansando en el placer. Notó un olor extraño, desconocido. Volteó la mirada y lo vio, a su lado. Era él: el mismo. El terror del disparo y la tranquilidad de su presencia se combinaron en un extraño auguro de delirio. De pronto lo abrazó buscando seguridad, su piel era la misma pero el tacto diferente: la sangre aún estaba fresca.

Los recuerdos comenzaron a aparecer a cuentagotas. No entendía, pero pretendía hacerlo: un disparo hacía eco en su cabeza. Nada más. El calor se concentraba en su espalda, lo sentía. En su propia imaginación podía ver su espalda reflejada en el espejo, pero no la sangre que goteaba pintando la alfombra. Los recuerdos se perdían en el aire como humo que se va desdibujando: una hora, un nombre, un lugar. ¿Cómo saber dónde o quién? ¿Cómo saber cualquier cosa cuando los recuerdos se derrumban en su mente? Una laguna se apoderaba de su mente y no atinaba descifrar lo que pasaba alrededor. Sus nervios comenzaban a traicionarla. ¿Había llegado tarde? ¿Adónde? No había error: impaciente. Intenta restaurar las horas para que en la noche alguien las coseche.

Las horas se convierten en enemigas perdidas que se prenden del delirio, del trágico frenesí de la inconsciencia. Ella busca su propia imagen en su mente. Otro disparo. Un instante de lucidez: nadie se lo tuvo que decir. Salió corriendo hacia un espejo. Lo encontró: el espejo que anidaba su memoria. Sus manos temblaban, no era capaz de recordar si acaso la que veía en ese espejo era ella misma. La locura de su propio desenfreno. De nuevo busca su propia imagen en el espejo, el mismo que hacía unas horas reflejaba a dos amantes. Al menos eso creía, no sabía qué creer.

Lo que ve no tiene relación con lo que piensa, lo que se refleja no tiene relación con lo que vive.

¿Qué era real y qué un espejismo? ¿Era un sueño? No, ese olor. Esa sensación. Esa textura. De nuevo, la imagen reflejada comenzó a temblar. Todo frente a un espejo. Los motivos revoloteaban fuera de su cabeza, el olor a pólvora y sangre rompieron su letargo. Por un segundo pensó recordar qué la había llevado ahí.

Un par de ojos aterrados la observaban desde aquellos cristales hasta entonces invisibles.

@Ginevravampire @lorenzodiaz @BniceSilva @dheredia76 @cejas

@elisanajera @Orocha @hiperjana @EugeniaGG @barbarab1833

@LPastrana @PetiteOrange @MaiaT

RECORDATORIO

- Ésta es sólo la primera parte de la historia.

- Intentaré mantener las frases como fueron escritas y enviadas originalmente. Esto no siempre es posible por razones de uniformidad en la narrativa.

- Si alguien no está de acuerdo con el link a su página de Twitter puede dejar un comentario en el post y el link será removido a la brevedad posible.

- Sólo estamos intentando hacer un experimento, tomémoslo así.

- Para mí son bien importantes sus contribuciones en este momento, por favor no duden en poner comentarios con cualquier sugerencia para poder utilizarla en los próximos posts.

- Esta historia es de todos y todos la corregiermos para pulirla.

- Desde el próximo post hasta el final de la historia, no publicaré nada más en este blog para no perder la continuidad.

- Ahí va.

EXPERIENCIA 140

Tengo que decir las cosas claras. A mí lo que me gusta es escribir, y, sobre todo, me gusta escribir historias, más bien, contar historias. Crear un personaje se convierte en el mayor de los retos para mis letras, y una vez que éste nace y adquiere su personalidad propia, será él mismo quien dicte paso a paso la historia. A partir de ese momento, todo se trata de encontrar anécdotas. Es ahí donde encaja la palabra colaboración.

Voy de reversa para explicar mejor. El domingo por la tarde, mientras fumaba solo un cigarro después de comer, me dio por querer una mini historia por Twitter, así que mandé un mensaje para ver a quién le gustaba la idea. Como hubo más de uno que me dijo que le gustaba, puse una fecha y hora: lunes 10:00am. Y así fue, a las diez de la mañana me dio por escribir un capítulo en 140. Recibí mensajes con opiniones y puntos de vista, esperando el siguiente capítulo. Así que a las once, volví a escribir 140 caracteres esperando que tuvieran secuencia. Los mensajes aumentaban. Entonces, un periodista y buen amigo me preguntó del concepto y me pidió una entrevista 140. AL mismo tiempo de la entrevista me sugirió hacer de esto un experimento mayor: en el que cualquiera pudiera participar. Así lo hice, publiqué dos bases para que hubiera cierto orden (casi nada) e invité a todos a colaborar. Él convirtió la entrevista en nota para una agencia. Y bum. Así, bum. La participación fue mucho más de lo que esperaba, cientos de tuits colaborando con la historia, cientos de personas interesadas en lo que sucedía. Al final, la historia tomó un rumbo lleno de matices, estilos y puntos de vista. Terminó siendo un santuario de ideas en las que permitió que cada persona que quisiera plasmara su punto de vista, espiritual, fatalista, optimista, poético, plástico, esperanzador, colectivo, egoísta. Daba igual, algunos escribían como verdaderos profesionales y otros escribían ke en vez de qué, pero el que quiso alzar la voz lo pudo hacer. El que quiso decir algo y ser escuchado, lo hizo. Y cientos se sumaron para leer y ser leídos. La nota recorrió todo el mundo.

Pero bueno, suficiente de noticia, lo importante es lo que sigue: el hecho de hacer algo, de no quedarse callado. Hoy la información está en los medios digitales, todos lo sabemos, hoy somos nosotros, los que escribimos desde dentro y publicamos en blogs, en notas, en 140 caracteres, los que somos poetas porque siempre lo quisimos, los que no necesitamos de una gran casa editorial para ser leídos, los que escribimos porque amamos escribir, y porque necesitamos ser leídos. ¡Uf! Si a eso le sumamos el fenómeno de la colaboración, de aquellos que simplemente hicieron suyo un proyecto y le echaron leña para que éste funcionara. Eso puede mover montañas. En verdad.

Estamos recibiendo una ola que ni siquiera hemos sabido dimensionar, estamos por recibir un tsunami de información en el que el único que se mantendrá vivo es el que tenga voz, y la voz hoy se define como avatar, monitor, teclado y conexión. Y ya. Nada más. Ahí están las letras, ahí están las noticias, ahí están los genios. Escondidos, pero a la vista, el talento está ahí vivo. Completo. Sólo espera la oportunidad de ser encontrado. Y será. Porque sólo aquellos con compromiso y calidad sobrevivirán. Porque hoy, exigimos más. Y cada vez será más, y más.

Porque todo se trata de un tema: podemos juntarnos. Podemos organizarnos en una sola voz y gritar. Al menos gritarle al mundo del arte que aquí estamos, sentados detrás de un escritorio o vendiendo algo, tal vez atendiendo alguna barra, aquí estamos, escondidos, dispuestos a cambiar el mundo de las letras. Poco a poco, empezando por ganar una generación. Por entender lo que está llegando.

Entonces, regreso al experimento de ayer, de la novela, de las letras de todos. Un experimento que intentaré desarrollar manteniendo las texturas y las ideas, la pasión y los estilos. Un experimento en el que los participantes encontrarán su aportación y los espectadores disfrutarán.

Siempre habrá buenas ideas, y siempre habrá quién las apoye.

A todos los colaboradores, gracias, a todos los que ya no llegaron, gracias, a todos los lectores, gracias, a todos los tuiteros, gracias, a todos los medios, gracias, a todos los escritores, gracias.

Es hora de encontrar la nueva cara del arte, ver cual es su @ y qué aparece en su avatar. ¡Vamos a encontrarlo!

¡Con todo! ¿Le entras?

viernes, 7 de agosto de 2009

UN CAMINO

Intentaré definir la encrucijada en un camino que no he logrado recorrer. Para eso necesito ayuda, necesito letras. Cada vez se vuelve más importante encontrarme con los ojos que me siguen en esta pequeña casa/oficina. Esos ojos se vuelven más míos y esta casa más de ustedes.
Mis aspiraciones son sencillas y mis metas complejas. El camino a seguir es difícil y no quiero quedarme a la mitad, necesito seguir adelante hasta que se agote mi fuerza, hasta que logre poner nuestra voz en este universo cada vez más grande y complicado.
Veo la rapidez con la que se mueve el mundo y no me queda mucho por decir, si pienso, me quedo detrás, necesito caminar, necesito actuar. Y mi forma de hacerlo no es otra sino las palabras: mismas que están creadas sólo para ser leídas.
A cada persona que lea estas letras le quiero dar las gracias, y quiero confesar, en privado, que hoy en día mi prioridad número uno es hacer crecer este espacio.
Vamos a lograr la crónica de nuestro vertiginoso mundo, vamos a lograr la crónica de una época que cambiará el rumbo de la historia para siempre. Lo tenemos que lograr dejando la tinta en la sangre y convirtiéndola en el negro sobre blanco de nuestra pantalla.
De nuevo, gracias a cada una de las personas que me leen, aquí y en el papel.
Mis letras, todas, son de ustedes.

TU CUERPO

Tu cuerpo
se convierte
en el cristal
del desenfreno
En la locura
de mi sangre
cuando inventa
tu figura

Tu cuerpo
se convierte
en el vino
del encanto
En la noche
cuando llueve
y en la sal
de las heridas

La razón
de tu piel
se reserva
en tu saliva
En tus besos
envenena
La razón
de tu piel
se conmemora
cada día
Se reinventa
con mis ojos

Tu cuerpo
se convierte
en humedad
cuando te toco
Majestuosa
despedida
cada vez
que te recuerdo

jueves, 6 de agosto de 2009

EL ATAQUE CONTRA EL TWEET

A quién le importa si Zelaya dice al Peje que en estos países es mejor sentirse presidente que serlo. Mal de muchos, consuelo de idiotas. Y ya. Que no chinguen. Sí. Y ya. A quién le importa si Ahmadinejad ya anda por la siguiente vuelta o no. A quién le importa qué puta madre está haciendo Hugo Chávez en este momento.

¡No hay Twitter!

Seguramente hay millones de personas que no se están enterando de Honduras, ni de México, ni de Irán, y mucho menos de Venezuela. Hay otros que no pueden comunicarse. Desgracia. Nada puede pasarle a un ser humano peor que sentirse incomunicado. Y millones de tuiteros se sienten así, algo les falta.

Definitivamente pertenecemos a una especie dependiente, a una especie que necesita de seres similares para poder desarrollarse. Y en la era de la comunicación, encontramos a dichos seres similares a nosotros en nuestras computadoras, en las lucecitas que nos informan lo que está sucediendo con el mundo.

¿Qué pasaría si de pronto se cayeran todas las redes sociales? Si algún dictador tirano con suficiente poder llegara a bloquear todo tipo de comunicación cibernética.

En este momento sucede un ataque cibernético contra Twitter; sin mayor información, alguien no está contento con la libertad total de expresión 140. Y millones de personas esperamos que se reestablezca dicho sistema social para poder tocar el punto, para poder decir qué opinamos al respecto, qué pensamos que sucede con nuestro mundo, si nos gusta lo que están haciendo los que nos gobiernan o no.

Si de pronto desapareciera todo el avance tecnológico que nos permite comunicarnos con cientos (o miles) de desconocidos (o conocidos) cada momento, ¿qué pasaría? Tragedia. Muchos lo perderían todo. Hay más gente sola en el mundo de lo que nosotros pensamos. Mucha más gente que depende de los avatares para sentirse querida. Pero sobre todo, mucha gente viviendo en represión que se puede comunicar a través de este medio.

Pero lo que realmente preocupa es el principio de un sabotaje cibernético. La visualización de una nueva guerra.

En fin, para no sonar tan fatalista, geeks y creativos encuentran constantemente formas de implementar la libre comunicación digital. Nos movemos en un mundo paralelo en el que confiamos nuestro futuro.

Pero siempre hay alguien en una silla de poder que tiene ganas de callarnos, de callar a la humanidad, de someternos justo cuando queremos ser libres. Los malos con poder no sólo tienen ganas de joder, sino que van a hacer lo posible por destruir.

Menos mal que el futuro no llega todavía por completo. No nos han callado. Sólo espanta que alguien quiera hacerlo.

Por favor pongan comments los que sepan más al respecto. Queremos saber qué pasa.

miércoles, 5 de agosto de 2009

NUESTRA CREATIVA SUPERVIVENCIA

De una u otra forma, nos guste o no, el dinero sigue siendo la piedra angular de nuestra supervivencia física: nuestra rudimentaria manera de trueque para conseguir llevarnos algo a la boca y alimentarnos, para lograr cubrirnos del frío. No caben los juicios de valor al respecto: simplemente es.

Entonces viene el otro mundo, el romántico, tal vez el surrealista. El que nos hace soñar y disfrutar de la mañana, en este caso, el arte. La pasión y la locura, los sueños hechos realidad y las pantallas. Nuestra verdad, la verdad que perseguimos y por la que realmente luchamos. ¿Por la que realmente luchamos?

Regresando un par de millas en el tiempo. Retomo el tema de nuestro rudimentario método de trueque: llamémosle, sólo para este post, dinero. El dinero es simplemente la consecuencia de una actividad que solamente en este post llamaremos trabajo. Y en esa palabrita coqueta se nos va la mayor parte de nuestra vida. Las horas más largas que vivimos despiertos (al menos, algunos de nosotros).

Para meter un poco de estructura al texto que se está formando, regreso al tema del segundo párrafo, al que ahora me referiré como arte (sí, estoy utilizando nomenclatura literaria e innovadora, así que cuidado). Arte, trabajo, dinero. O dinero, trabajo, arte. O pasatiempo, compromiso y sustento. O amor, sacrificio y recompensa. Ahí llegamos, a la deformación natural de tres palabras que se convirtieron en una frase. Y al punto central de este texto en creación. ¿Cómo chingaos llego del arte al dinero? ¿Cómo puedo hacer para meter mi compromiso y pasión en un mismo recipiente para lograr obtener la fórmula correcta de mi maná diario? Claro, el esfuerzo, claro el romperse la madre, claro, el amor en conjunto con el sudor. ¿Y la paciencia? ¿Hasta qué punto podemos darle lugar a la paciencia? La carrera es larga y con obstáculos. Y la paciencia es el arma fundamental de los guerreros. Pero mientras tanto, sobrevivir es nuestra empresa.

De pronto nos encontramos en una moderna sala de juntas frente a un proyector, rodeados de gente que se ve como nosotros pero no piensa como nosotros. Esperando una comida en un restaurante de lujo en la que importa más saber de chismes y haber leído el Récord que entender la opinión de un planeta en agonía.

Tal vez sea triste. Tal vez sólo sea. Pero el esfuerzo es sobrehumano, y las madrugadas también se agotan. Y tener dos agendas dentro del mismo ordenador se vuelve una lucha impensable. Sí, claro, la pasión debe de ponerse en todo lo que hacemos. Pero algunas veces simplemente sería hermoso despertar y darnos cuenta dónde está la respuesta.

Al final del camino, todos los obstáculos guían al mismo camino. Al final del camino, lo único importante es poner corazón a lo que hacemos, ¿no? Al final del camino, sólo llegaremos si empeñamos toda nuestra vida en el intento. Obstáculos o no. Juntas. Corbatas y proyectores. Tolerar sonrisas falsas y ser más cabrón que bonito. ¿Qué puede pasar? Siempre tendré mi blog, ¿no?

Vamos con todo. ¡Hasta la próxima!

PIEL DE MADRUGADA

Y tu piel de madrugada
me separa de la noche
me recuerda
que los ojos se confunden
con los besos

La piel es otra
cuando la luz desaparece
cuando la humedad
es su cubierta
cuando la razón
está estropeada

Es entonces
cuando tu cuerpo
se confunde con las letras
y tu imagen
se hace mía
completa
solitaria
evasiva
compartiéndome su sangre

martes, 4 de agosto de 2009

LENGUAJE DIGITAL

Siempre he pensado que existen ciertas palabras insustituibles: no se siente igual decir “tonto” o “menso” o “inútil” cuando lo que se tiene en mente es “pendejo”. Cuando hay que decir pendejo hay que decirlo, si no, una parte de la lengua siente que algo le falta, los pulmones no se vacían satisfactoriamente de la misma manera. Darse un golpe en una rodilla y decir ¡Ay, cabrón! No es lo mismo que decir ¡ouch! O ¡ay, mamita! ¡Ay, cabrón! Es ¡ay, cabrón! ¿No?

Lo mismo sucede con ciertas palabras (extranjerismos en su mayoría) que popularmente hemos tropicalizado para utilizar como verbo en nuestra queridísima lengua. Aprovechamos temas de actualidad para convertirlos en verbos (heredando la tradición de nuestro gabacho hermano del norte). Y ¿qué sucede entonces? Que ampliamos nuestro léxico con palabras comunes y conocidas en diversas comunidades, y que no podemos suprimir para referirnos a ciertos temas, especialmente de tecnología. Regresamos al tema de las palabras insustituibles.

Empezamos con la moda de escribir palabras (que generalmente provienen del inglés) en fonética, haciendo alarde del orgullo por nuestra pronunciación. Y Luego comenzamos a utilizarlas como muleta indispensable para definir nuestra personalidad de participantes del nuevo movimiento digital, de la nueva era a la que se está moviendo la civilización. Entonces guguleamos para buscar en la red, tuiteamos para comunicarnos con nuestra nueva personalidad mediática de microblogging (es decir, microbloguing). Definimos nuestro profesionalismo mandando meils (el procesador de texto me corrigió esta palabra para que pusiera mails, pero no lo dejé) y evocamos a nuestra habilidad comunicadora forguardeando lo que más risa o interés nos causa. Nos sentimos parte del feisbuk y posteamos nuestros artículos en los blogs. Blogueamos y participamos en un mundo que cada vez creemos entender mejor.

Hoy somos internacionales y nuestras palabras también, porque tienen personalidad propia. Porque se valen, porque comunican. Porque son insustituibles como decir ¡Ay, cabrón! Cuando algo te duele mucho.

Necesitamos hablar, lo importante es eso, cada vez hay más gente con interés de informarse, leyendo este artículo y muchos otros en el día, intentando saber más, conocer más, hacer algo y cambiar. Si para eso, tenemos que decir tuitear cuando ponemos nuestra aseveración en 140 caracteres, o bloguear cuando escribimos lo que pensamos en una página con determinado formato en la red, pues ni modo: a utilizarlo. No podemos callarnos porque a alguien no le gusta la forma en la que tropicalizamos las palabras. Acuñamos nuestro lenguaje porque estamos acuñando el mundo en el que queremos vivir. Porque nos queremos convertir en guiks y poder tener un nombre.

Vamos a divertirnos con nuestro trabajo y nuestra nueva forma de enterarnos de lo que sucede en Venezuela y en Irak, vamos a hacernos parte del lenguaje de la nueva generación, para que podamos hablar con la misma tranquilidad con la que decimos simplemente “pendejo” a alguien cuando lo merece.

¡A tuitear se ha dicho!

¿Y ÉSTE QUÉ?

Mi foto
Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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