jueves, 16 de septiembre de 2010

EL PARQUE BAJO LA LLUVIA


Llegaste. Caminamos juntos por el parque en una escena casi cursi. Llovía, nos mojábamos con la tranquilidad con la que permite que lo alcance el agua quien está a punto de desvestirse. Nosotros sabíamos que nos desvestiríamos pronto, justo al cruzar el parque había que abrir una puerta, subir dos pisos de escalera y llegar a tu departamento. Ahí dejaríamos la ropa a un lado y nos lanzaríamos a la cama a coger con furia desesperada. No creías en esas ridiculeces seudometafóricas en las que alguien había decidido bautizar como ‘hacer el amor’ al coito. Nos deteníamos en la lluvia, nos besábamos como dos extraños. Éramos dos extraños que se besaban. Nos habíamos conocido quince minutos antes de que empezara a llover. Luego, la lluvia nos hizo abrazarnos. O nosotros. Tú me explicaste quién eras y lo que buscabas. Yo no dejaba de ver tu escote. Eras sólo un escote y yo sólo un par de ojos y un ardiente miembro casi adolescente que busca sexo como macho: animal desesperado dispuesto a empaparse por verte empapada y demostrarte cómo mi erección arrancaba gritos a tus entrañas mientras paseaba por dentro de ti. No podía creerlo. Eras tan bella.
            En medio de la lluvia te detuviste a saludar a alguien, no te importó mi presencia, ni la del agua, ni la del tipo al que besarte en la boca frente a mí mientras me tomabas de la mano. De pronto alguien le gritó, él salió corriendo y nosotros también, pero en dirección contraria, hacia tu departamento, el que me habías dicho que se encontraba terminando el parque. ¿Terminaría el parque eterno? ¿Adónde llegaríamos? Yo ya necesitaba de tu piel. ¿Cómo lo habías logrado?
            Tu escote fue haciendo sombra conforme oscurecía. No llegábamos a tu casa por más que nos besábamos en el parque, por más que corríamos entre los árboles. Me besabas más.
            De pronto lo descubrí. La lluvia nos alcanzaba en tu casa. Solos. No había nadie. Vi tu pecho, lo besé, mordí suavemente tus pezones con mis dedos enredados con tu cabello mojado, las gotas de lluvia se almacenaban en tu ombligo, esbelta, como siempre, la tierra ensuciaba mis manos mientras te quitaba los pantalones. Lodo estancado en tus botas mientras te las arrancaba con pasión para poder penetrarte.
            La fuerza de tus manos en mi espalda. ¿Por qué me quitas de ti? ¿Por qué me apartas? Me lastimas, ¿por qué lo haces? Golpes que me parecen conocidos. Todo se vuelve extraño y yo sigo mojando.
            Alcanzo a escuchar a uno de los policías hablando por el radio, algo de un siquiatra. Al parecer un imbécil había confundido un cementerio con un parque y quería desenterrar otra vez a su ex novia.
            ¿Por qué llamaste a la policía? Mi ropa está empapada.
            

2 comentarios:

  1. Hace un tiempo que no me paso por acá, a decir verdad, después de leer este relato, me doy cuenta de que me sigues sorprendiendo. Eres un fantástico escritor, ¿te lo he dicho, verdad? No dejes de hacerlo, porque eres fantástico :D

    ResponderEliminar
  2. Llegar sin expectativas, quién escribe hoy, no lo sabré hasta terminar el relato, un inofensivo parque que se vuelve inmenso, la frustración de un deseo que no se consuma, un sueño erótico que es en realidad una loca pesadilla. Sí, sensual y escalofriante, como algunos días.

    ResponderEliminar

¿Y ÉSTE QUÉ?

Mi foto
Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

SI BUSCAS...

Subscribe via email

Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

Subscribe Now: Feed Icon