miércoles, 2 de febrero de 2011

OTRA ELLA EN LA CIUDAD

Decidí conocer el mundo en un par de días. Decidí conocerme, enfocarme, soñarme y dibujarme en un planeta que habla mal de mí. Decidí buscarme en las ciudades empezando por la mía, si es que tengo una.
Entonces decidí caminar. Y caminar. Caminé por muchas horas. Hasta que me dio sed, entonces entré en un café a buscar agua mineral, tomé un diario gratuito y me senté frente a la mujer de minifalda y medias de seda negras. Cabello grueso, negro. Muy negro. Muy grueso. Muy delgada pero no bella.
En mi mente había alguien más. Pero no podía dejar de verla y mi mente comenzó a enfocarse como mis ojos en ella.
Pero alguien se interponía. Algo. Una fuerza oculta que me decía, no hables con ella, habla conmigo. Hablemos, entonces. Y hablé conmigo.
Caminamos más por la ciudad, hasta llegar a un motel en el que nos instalamos.
Entramos e hicimos el amor. Salvaje y prudente, sin despeinarse, sin ensuciarse. La mujer de la minifalda tenía que regresar a trabajar. La otra la besaba frente a mí.
De pronto levanté la mirada. Encontré secretos divididos. No era ella. Ni había ciudad.
Era yo. Y una imagen lejana: una foto recortada que nunca pude definir.
Sin ojos no queda más que la nostalgia. Sin ojos, las piernas no funcionan para ver la ciudad.
Me he buscado. Y he buscado en mi memoria un café con una mujer cruzando las piernas en minifalda.
Sonó el teléfono. Era otra ella.
Igual de bella. Igual de ausente.
Enviado desde mi Blackberry® 3G de Iusacell.

1 comentario:

  1. Igual ausente, igual presente.
    Sin ojos el alma se nubla.
    *Abre los ojos, abre los ojos*.

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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