martes, 1 de febrero de 2011

NOCHE, LUNA Y MUERTE


Muerte y noche. Luna y sueños escondidos en el mismo rincón que la muñeca fea. Y no es encanto ni locura. Es aquel encuentro en el que habita la soledad, el más puro efecto del efímero desafío de vivir. Ese efecto que sin querer nos lleva a desvelar ternura, odio, crueldad y violencia. Amor y ataques de verdad. Realidad desesperada. Piel amarga en un colchón helado, en una guerra eterna entre los sueños y el delirio. Una lucha. Guerra sin alma, sin pies ni cabezas, con muertos y heridos. Una búsqueda de momentos perfectos que nos lleva a una luna que se esconde tras el manto negro la mayor parte del tiempo, una luna negra que no quiere dejarse ver. Porque sabe, porque la luna no supone, porque vive, porque nuestra luna respira y ha vivido, nos ha enseñado sin querernos enseñar.
            Muerte y noche. Luna y sueños escondidos,

Cuando ya no queda nada más para soñar. Cuando los sueños se han convertido para siempre en vibraciones sicológicas que te llevan a pasear por tus instintos incontrolables, por los míos, por nuestros instintos incontrolables con máscaras de odio, con máscaras blancas de porcelana sonriente que esconden un oscuro rostro sádico, tal vez deforme. Un desfigurado proceso de reencarnación en lo que suponíamos que habíamos dejado de ser.
            Muerte y noche. Luna y sueños escondidos en máscaras que ya no tienen ojos, en ojos sin máscara de aquellos que han decidido dejar de vivir, en aquellos que han decidido perderse en la música y la tierra, en la pasión de lo incierto y lo prohibido.
           
En este mundo tenemos prohibido morir.

¿Quién será entonces el rebelde, el revolucionario, el que vino a cambiar todas las cosas? Posiblemente un imbécil vuelto loco escondido detrás de una luna que no tiene más que dar, una luna que habita en lo más profundo de los sueños que no dejan dormir y nos llevan a la soledad, el dolor y la nostalgia, a las ganas de vivir y si propia ausencia. A los fantasmas que se llaman ganas de morir. A los fantasmas que no se llaman.
            Es un mundo hermoso. Entre muerte, noche y luna. Todas ellas escondidas tras un manto negro que de vez en cuando se convierte en nuestro sol.

No siempre hay colores. Algunas veces hay letras póstumas. Otras simplemente hay nada.

1 comentario:

  1. Se necesita vivirlo, sentirlo. Difícil es no poder ver la diferencia luego.
    Saludos!

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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