domingo, 21 de junio de 2009

EL NUEVO LUGAR Y LAS VIEJAS LETRAS

Acabo de improvisar un nuevo lugar para escribir, una mesa de madera plegable en la que apenas cabe mi computadora y una silla chueca que encontré. Es un cuarto viejo, no hay nada más que un ventilador que ya no sirve, una videocasetera beta que supongo también es inútil, rompecabezas cursis con marcos que descansan en el suelo y mi nueva mesa plegable con su silla que rechina.

            Ahora sí, quiero escribir. Nada más. No quiero hacer ¡nada más! Últimamente las cosas suceden tan rápido que no sé cómo digerir la información, no sé cómo asimilar todo lo que está pasando. Pero el hecho es que pasa y no me pide permiso, así que no me queda más remedio que subir el ritmo de mi propia mente.

            Improvisé un lugar nuevo para escribir por una razón sencilla: siempre trato de simplificar el proceso de la escribida para poder hacerlo rápido, para que el instante en el que enciendo la computadora huela a letras, tal vez a café, cigarro y letras. No sólo me gusta escribir, me gusta la experiencia de escribir, me gusta sentir que lo estoy haciendo. Y así he logrado juntar más de cien mil palabras con todo su peso sobre mi espalda.

            No sé bien cuál es la diferencia entre novelista y escritor, para ser bien franco. Pero ahora quiero considerarme novelista porque mi tiempo y disciplina los dedico sólo a las novelas, es decir, mi oficio es escribir novelas: lo demás (como lo que estoy haciendo en este instante) es sólo el postre.

            En fin, me dieron ganas de contar aquí y ahora un poco de este ritual al que decidí regalar mi vida hace años: todo lo escribo, cada cosa que veo y cada cosa que pienso, cada cosa que respiro se convierte en palabras, se convierte en una historia o en un par de hojas de papel con tinta negra manchándolas de ideas. No sé cómo lo hago ni porqué, pero justamente hace ocho cuando me estaban entregando las primeras copias de un librito blanco llamado Amor, divino caos, me di cuenta que no sólo quería escribir, sino que había sentenciado el resto de mi vida a esta pasión que con el tiempo se vuelve más una necesidad.

            Disculpe usted si no tengo idea de lo que estoy haciendo, pero entienda también que lo hago porque no tengo otra forma de ver al mundo y de lidiar con él. Así que hoy estreno un nuevo lugar para sentarme a escribir y un nuevo lugar para ser leído. Si usted está leyendo esto, gracias. Sólo pido una oportunidad para compartir las letras que no puedo compartir todavía en el papel violado por la imprenta que llaman libros… no pido nada más, sólo ojos.

            Cualquiera que haya llegado hasta aquí merece toda mi amistad y agradecimiento.

            Nos veremos pronto.

 

 

J. Cohen

1 comentario:

  1. "I always have a sense of trembling, but so does a compass, after all"- Jerzy Kosinksi

    Esa frase la tomé de The courage to write, que es el libro que tengo sobre mi escritorio como salvavidas.

    Escribir es tu Norte y tú lo sabes. Es la dirección y el camino, cada palabra y cada historia es tu trayecto.

    La novela es como la película, el cuento como la fotografía y el blog como el parpadeo. Todas nos sirven para explicarnos el mundo, a distintos ritmos o con distintas profundidades.

    Felicidades por tu blog nuevo.

    Ah, y que la infamia de los "O comentarios", tan común y tan confrontante, te lleve a nuevas orillas.

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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