martes, 27 de abril de 2010

ESCAPASTE DE MI PIEL


Te esperé de madrugada. Esperaba que llegaras. Mis manos congeladas persiguiéndote en la luna, en mi cama sin personalidad, sin presencia. En mi puta cama sin ti. Escucho la lluvia: danza de aprendices solitarias, de zorras que se escapan del cielo en soledad para abrirse de piernas al chocar con el concreto y perderse en un orgía de charcos libertinos, de locura salpicando, decibeles desmedidos. Y yo aquí. Sin ti. Esperándote. Porque sé que llegarás, supongo que llegarás. Mientras imagino la noche a tu lado, añorando que estés a mi lado. ¿Dónde estás? ¿Por qué no llegas? ¿En qué idiota viaje desprendido te escondes?
            Soy tu mujer. Lo sigo siendo, siempre lo he sido. No como esas gotas corrientes que se mezclan con cualquiera. Huyen, todo el tiempo huyen. Yo no, amor. Yo te espero. Porque soy tuya, porque las únicas manos que han tocado mi piel en tu ausencia son mías, porque comencé a fumar para recordar con el olor a humo tus cigarros, tu compañía, tus defectos. Porque aquí estás. Porque sé que llegarás esta madrugada. Mientras tanto el humo hace figuras, figuras de fantasmas que se meten en mi pecho, acarician mi piel, desempolvan mi piel. Esa piel ansiosa de ti, esperándote de noche. Mis manos congeladas te buscan en la luna. Pero sólo encuentran humo. Fantasmas que me invaden, me penetran. Fantasmas que recorren mi cuerpo y despiertan mi humedad, que me inventan y me alumbran, fantasmas que son lenguas que viajan por mis piernas, se estacionan en mi sexo y me invitan a sentir. Los espanto, amor. Porque hacer el amor con esos fantasmas también es ser infiel. Nunca serán tú. Pero ellos no ceden a mi espanto, siguen siendo lenguas que me producen placer. Mis manos los ayudan para calentarse, no pueden con el frío y con la lluvia. Y tú no estás. No has llegado.
            Te esperé de madrugada hasta que supe que no vendrías. Permití al humo invadirme más profundo, consolarme, en tu ausencia. Sí, te fui infiel aquella noche, amor mío. Porque no me permitiste hacer algo diferente. Los fantasmas me llenaron, me hicieron gritar, cobraron forma. Devoraron mi humedad. ¿Y dónde estabas tú? ¿En qué mundo abandonado te perdiste? ¿En qué abandono mundano me perdiste? ¿Adónde fuiste? ¿Cuándo te fuiste?
            Las gotas me invitaron a bailar con ellas. No quería, amor, lo juro. Pero no me dejaron opción, salí a la calle y tuve que unirme a ellas. Entre charcos y sonido, entre gatos y palomas. Ahí estaba yo. Aunque te cueste trabajo imaginarlo. Bailaba, gritaba, sí yo, la misma. Jugaba, soñaba, te olvidaba. Vivía, vibraba. No podía hacer otra cosa, cedí al mundo cuando no apareciste. No te presentaste aquella madrugada, no te presentaste antes. Nunca antes. Nunca me tocaron otras manos que no fueran las tuyas. Luego fueron las mías, en la furia del humo y los fantasmas, del mal y de la lluvia, de un diablo bondadoso que me llevó hasta ese baile.
            Aquella mañana me encontraron desnuda, en el patio del convento, empapada, con el hábito hecho trizas y la moral sangrando. Me juzgaron, me expulsaron. Me golpearon aquella alma que no sentía ya después de haber vivido al lado de la lluvia. Escapaste de mi piel. 

3 comentarios:

  1. Cada vez me impresionas más...aunque todos tus relatos tienen un toque personal...cada uno es distinto y me gusta saber que encontraré en ellos...me gustó...saludos!!!

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  2. Una espera impaciente en un ambiente lleno de sensualidad y erotismo. La lluvia no volverá a ser igual si cada gota se pierde en una orgía. La ausencia, la espera, el recuerdo, el deseo, la pasión. No perdonas nada, la fuerza con la que se evocan imágenes y sensaciones es arrebatadora, casi cruel pero siempre en un final contradictorio, como "el mundo real y todo aquello que éste abarca". Abandono contra abandono, una mirada triste del amor. Me conmovió! Me encanto!

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  3. Realmente sorprendente, me llegó y me encantó tu relato. El final genial, como el GENIO que tu eres, e inesperado como siempre con ese toque tan tuyo.
    Besitos...

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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