martes, 21 de julio de 2009

ESCRIBIR PARA ESCUCHAR

Veo un mundo que se desdibuja, permitiendo ver debajo un panorama desolado. De pronto me encuentro con la rutina de la soledad, con el desencanto de descubrir que cuando se trata de piel, hay alguien que falta en la cama.

En el mundo que algunas veces veo, hace falta un abrazo, y envolver nuestras palabras en oídos verdaderos. Tal vez sobra comunicación y falta cercanía, tal vez sobre melancolía y falte determinación. En el mundo que veo sobran las palabras. Y ese es el peor padecimiento de una civilización.

Descubro, mientras viajo en mi propio abismo, que la nostalgia puede inscribirse en un sinfín de realidades alternas que viajan por un cosmos electrónico del que algunos corazones son esclavos. ¡Uf! Suficiente.

Mejor me dedico unos minutos a confesar, a soñar y a buscar nuevos cómplices, a esconderme de los que me ven y a enseñarme abiertamente de aquellos que no me ven. A decir mis secretos a aquellos solitarios que lo quieren ser y a los que simplemente no tienen opción, a los que necesitan la piel en debajo de sus manos intentando penetrar el resto de sus cuerpos.

¡Vamos a hablar! Con una chingada… quiero hablar con todos. Solitarios y no, populares y no, locos y cuerdos, enfermos y sanos. Todos. Quiero entender que soy parte de un mismo planeta que la gente que se encuentra dentro del monitor en el que veo lo que escribo.

Me rehúso a seguir buscando una torre de marfil, me rehúso a hacer de mi voz un escondite. Me rehúso a callar con palabras, me rehúso a la soledad que tanto rechazo. Me rehúso. ¡Punto! Ahora quiero gritar si me da la gana y soñar si quiero. Y quiero hacerlo con aquellos que me leen, con uno o con dos, con mil o con cien mil.

¡Por favor! Porque cada vez descubro más lo que pasa con el mundo, cada vez descubro más que aquellos solitarios están cerca de mí y tienen voz. ¡Tienen letras!

Somos nosotros aquellos que encontraremos a las musas y que haremos la belleza, aquellos que informaremos, aquellos que cambiaremos el rumbo de una sociedad, somos nosotros los cronistas. Porque somos leídos, porque tenemos voz, porque tenemos sangre hirviente. Porque hoy, la bola está en nuestra cancha. El papel ahí sigue, pero la voz se inclina al aire de los chips. Ese aire en el que yo he cobrado vida y en el que he encontrado un nuevo elemento recientemente.

¡Puta madre! Me sofoqué.

Empiezo de nuevo con el contacto de la piel, con el roce necesario para la respiración y la saliva ajena en nuestra boca que nos hace sentir. De nuevo regreso a las transgresiones humanas que parecen completar nuestra existencia y llevarnos a ese paradisiaco destino que posiblemente encontremos alzando la voz.

Ahora sí, por favor, quiero escuchar sus voces diciéndome en secreto y a gritos lo que piensan. ¿Podemos hablar por favor?

Hasta pronto.

2 comentarios:

  1. "Tal vez sobra comunicación y falta cercanía..."

    Me encantó :)

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  2. Hoy, mientras te enredabas en palabras y callabas por momentos, entendí que un escritor no tiene que decirlo todo con letras, porque aún entre sus pausas y sus silencios, habia palabras devorándose, desórden inecesario.

    Así que hacedor de letras, no te envuelvas en melancolía, que cuando ella ganá de nada sirven los gritos ahogados...

    Sigue hablando con el mundo, aunque parezca quedarse mudo, sigue escuchando, sigue escribiendo.

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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