viernes, 10 de julio de 2009

LA TINTA, LA VIDA Y LAS NEURONAS

Tenía ganas de sacar mis lágrimas en forma de tinta, desplegar mi frustración en el papel. Y aquí estoy, sin lágrimas y sin frustración: encontrando un espacio en blanco para sentirme un poco más yo, para darme cuenta que existo, y existo sólo por medio de las letras. Entonces me entra el nerviosismo, ese dolor de estómago que sube por mi cuerpo hasta convertirse en una presión majestuosa en mi cabeza. ¿Y ahora qué? ¡Puta madre! Esa es la pregunta que nunca voy a poder contestar: ¿ahora qué? Se conglomeran pensamientos y obligaciones en mi mente se amontonan las ideas, las palabras de input y de output. ¡Se me acaba la vida! Se pasan las horas y yo no he hecho nada de mí mismo. No sé qué sea lo que quiero hacer, pero lo quiero hacer. Entonces empiezo a dar vueltas con la cabeza y a hacer mil cosas a la vez, es decir, nada. Trabajar. Trabajar. Trabajar. Entro en mode robotesco y siento como mis neuronas se suben borrachas a una montaña rusa. Y gritan. Y lloran. Y ríen. Mientras tanto yo, pensando en Juanito, en los mormones, en Obama viéndole las nalgas a quién sabe quién.

Quiero controlar todo escribiendo, y en medio de una verborrea distinguidísima, mezclo la ficción con la realidad. Entonces digo ¡ajuá! Y me subo a la montaña rusa junto con mi estómago y mi cabeza, ahora sí, todos mis nerviosos órganos y yo estamos en la misma frecuencia. Disfrutando de la mala vida, disfrutando de las lágrimas atoradas y de las risas reprimidas, disfrutando de las anécdotas que hacen feliz mi existencia: tal vez las mismas que la pueden llegar a hacer miserable.

No entiendo. Pongo pausa y toco un tema.

Hora de hacer una confesión. Todos aquellos que me leen por aquí me hacen dan seguridad. Me siento importante por ser leído, digo, no con todos los lectores de mis novelas convivo, pero sí con todos mis lectores electrónicos. ¡Uy! Me siento importante. Me siento más grande y más fuerte, más listo para seguir adelante, más… no sé, completo. Tengo amigos, tengo historias, tengo ilusiones, tengo tristezas, tengo una vida completa. ¿Y luego? Tengo letras, de las mismas letras que he estado hablando, esas que me acompañan dentro y fuera de la máquina. ¿Y la poesía? ¿Y la narrativa? ¿Cuál de los dos soy yo? ¿El de aquí o el de allá?

Volteo a ver mi escritorio y encuentro un hibrido entre desmadre y orden, entre un escritor y un ¿ejecutivo? Me da risa. Imagino la vida y veo al mundo nublado. Irán, Honduras, Juanito, el PRI, Obama. Twitter, facebook, blogs, netvibes. Compras, ventas, plumas, oficinistas, corbatas. Sexo, esperanza, dolor, alegría, locura. En verdad me da risa darme cuenta que sí, existe el mundo: uno por cada uno. Pero existe este universo. Y creo que me estoy divirtiendo mucho sufriendo en él.

Bueno, al menos ya me di mi baño de tinta. Gracias por leer.

¿Dije gracias? Creo que no… ¡GRACIAS!

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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