martes, 25 de agosto de 2009

EL TRANSPORTISTA Y ELLOS

Hubiera intentado hacer algo distinto. Era imposible siquiera pensarlo. Tal vez pensé en gritar, pitar, matar. Pensé en todo. Pensé incluso en convertirme en el vengador anónimo: un asesino serial contra esos hijos de puta que se meten en mi vida y no me permiten respirar. Pensé hacer algo. Pero todo sería inútil.

Entonces, simplemente dije chinga tu madre con todas mis fuerzas y seguí de frente. Frustrado. El objetivo de mi poco suficiente mentada fue un joven, no pasaba de los diecisiete, playera sin mangas, cabello engrasado en forma de picos, collar de perro, cigarro en una mano y volante en la otra.

El chofer de un microbus. De una mezcla de piezas maltratadas haciendo un modelo ‘74 de una combi ’82. Bondo en la compuerta, llantas de Fórmula 1, calcomanías de cualquier cosa, de todas las cosas, calcomanías de lo que fuera. Y espíritu aventurero de un Schumacher temerario. Todavía no tenía licencia para conducir y ya era el orgulloso chofer de un transporte público a cargo de la vida de al menos quince personas amontonadas.

Su primera hazaña fue recoger pasaje en segunda fila, en medio del tráfico y esperar a los que venían corriendo para no perderlo. Un poco de paciencia, carajo. Lo pensé y lo hice. Respiré, subí un poco el volumen del radio y esperé. Segunda, el mismo acto que anteriormente pero tres metros más adelante. La calle libre en el sentido que íbamos nosotros dos, pero infestada de sus símiles del otro lado. Tercera hazaña: igual. El radio ya no contribuía a mi paciencia, mi paciencia ya no contribuía a mi paciencia, mis nervios no contribuían a mi pinche paciencia. Iba a cumplir diez minutos en menos de una cuadra. Y tenía que llegar al trabajo. Puta madre.

La siguiente hazaña es la más conmovedora. Los adolescentes educados de nuestra amada ciudad. El niño de diecisiete años decidió tirar su envase de Coca por la ventana, luego el cigarro. Y después, en gran maniobra de velocidad, cual doble de cine en película de acción, decidió dar la vuelta en u. Como sus compadres optaron por mandarlo a la chingada y no dejarlo pasar, quedó adornando los dos carriles que iban hacia el Norte. En uno de los cuales yo veía el panorama completo. Sin importar el ruido de las bocinas que decíamos que se quitara, el joven encendió otro cigarrillo -tal vez preguntó a sus pasajeros si a nadie le molestaba que rompiera la ley- con toda tranquilidad y esperó hasta poder echarle encima la lámina a otro imbécil como él. Lo hizo. No libró. Yo llevaba veinte minutos de mi tiempo esperando, sin que me tocara el tráfico, sin que nadie me pidiera permiso, sin que nadie pusiera orden -los policías estaban contentos en el cruce, charlando-. Al final, chocaron. Leve, pero lo suficiente para que ambos bajaran de sus unidades y discutieran. Mientras tanto, como de Norte a Sur había mucho tráfico y el carril de Sur a Norte estaba libre (gracias al tapón causado por el idiota chamaco que es la razón de esta historia), el resto de los transportistas públicos de mi ciudad, comenzaron a meterse en sentido contrario aprovechando que quien estaba frente a mí les hacía camino: batalla medieval, todos contra todos.

Una vez que los dos involucrados en el siniestro se arreglaron, uno dejó pasar al otro, ellos quedaron libres de todo atorón y nosotros... coches contra coches, frente a frente. Los policías seguían en el semáforo, riendo.

Al ver al joven de pelos de pico y playera sin mangas partir fumando, quise hacer muchas cosas, quise matar a todos los que se parecían a él, quise disparar hacia todas direcciones, y lo más que salió de mi ser fue un insuficiente chinga tu madre.

Yo duré todo el día con el estómago revuelto, todos ellos ni se acuerdan.

7 comentarios:

  1. Excelente manera de describir la desesperación e impotencia de los automovilistas decentes de esta Ciudad.

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  2. Ahh que nostalgia de las cosas que no extraño del df, lo último que dijiste de durar todo el dia con el estomágo revuelto es verdad por eso seria bueno enfrentar las cosas y darle solución si la tienen y si no la tienen lo primero es cuidar nuestra salud. Amo la diversidad de cultura, de personalidades, el folklor de aquella mágica ciudad...En este punto hasta esos incidentes podría decir que los extraño.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Buena manera de describir la desesperación y frustración...aunque aqui fue por el tráfico y la manera de condicir de ciertas personas...en la vida diaria siempre existe la desesperación y la frustración por otras cosas que siempre terminan dejandonos el estómago revuelto...

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  5. Es interesante ver como las personalidades chocan, como hay quienes se adaptan y hasta se aprovechan como el chofer, quienes van con resignación, y quienes sufren cada segundo la desesperación.

    Un relato simple pero que cumple con su objetivo, saludos :)

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  6. Esta genial!! me hicistes reir..encantada de este relato, de principio a fin.. ?? a poco si fuman en las combis? risas...

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  7. genial! me hiciste reir, me hiciste frustrarme, me hiciste deprimirme y hasta me hiciste estar agradecido de no vivir en el DF... pero, mas que nada, me despertaste ese sentido de desatisfaccion ante la impotencia del status quo, donde la gente comun es sometida a estas ridiculeces y a una vida donde reinan la falta de respeto y el desorden, en un pais donde el rompecabezas simplemente no encuentra nadie quien lo arme. perdon por desahogar mi frustracion aqui, pero me imagino que eso es parte de lo que buscas con tu blog. =)

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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