BRINDANDO CON BAUDELAIRE

El Poeta, porque así se llama, porque lo escribe con mayúsculas, el Poeta despierta ante la adversidad. ¿Qué dirán los otros, puta madre! ¿Qué dirán? Tal vez Puta también lo hubiese escrito con mayúsculas. ¿Cuál era la diferencia, gran Baudelaire?

Tu madre rezaba por haber parido un nido de ratas antes que un poeta. Amén por tu elocuencia, amén por tu destierro, amén por el alcohol y la lujuria, por el siglo que viviste, por la introducción a tu libro. Ojalá hubieses conocido, señor Baudelaire, el mundo que yo vivo, sus letras en mis ojos. “¡mi alma por ti sanada, / por ti, luz y color! / ¡Explosión de calor en mi sombría Siberia!” Dónde estarías, si hoy bebiéramos juntos. “Mi mujer ha muerto, ¡ya soy libre! Ahora puedo beber hasta saciarme.” Estabas ahí, junto a tu nostalgia, junto al más puro sufrimiento que explorabas en el alma del vino, junto a tu genial demonio y tu insoportable paraíso. Ahí, junto a las cortesanas, rendido a los pies de las mujeres de la calle, imagino su aliento, su hedor, imagino tu mundo: tu infierno. ¿Sabías que te darían maldito? ¿Que hoy te estaría leyendo?

Quisiera tener tu dicción, tu vocablo y tu estructura. Quisiera cagarme en mi mundo como te has cagado tú en el tuyo. Quisiera gritar con un libro como gritaste tú, con esos gritos que me regalas, Baudelaire. Quisiera suspirar ante el pecho de aquella gorda, ante el sonido del reloj, ante el cielo de los ciegos. Pero estoy aquí, dentro y fuera de otro infierno, de aquel que no alcanzaste a conocer, el ajenjo era tan distinto a la cocaína, Baudelaire, tanto. ¡Ay! Si la hubieras conocido. Si hubieses aprendido a llorar en nuestros tiempos. ¡Puta madre! Repito. ¿Dónde carajo dejaron al Poeta? Si existe hoy alguno, tal vez sea bajo tierra. No tenemos de qué chillar en estos días. El mundo está mucho más podrido de lo que tu calle podía contar, tus tabernas y tu vino. Nuestro mundo está tirado a la mierda, Baudelaire. Ya no encuentro el mal en tus flores. Hallo sólo belleza. ¡Qué tan triste te pone eso! ¡Por qué! ¿Pensabas que serías maldito para siempre? “¡Pues lo que tu boca cruel esparce en el aire, monstruo asesino, es mi cerebro, mi carne y mi sangre!”El amor y el cráneo siguen peleados, señor mío, el amor sigue riendo a carcajadas en el cráneo. Te cagaste con poesía en tu mundo, Poeta, lo lograste. ¿Dónde dejaste a los años mientras le destrozabas al papel con tu tinta?

Llegaste a mí, Baudelaire. Me hiciste llorar. Me regalaste tu sangre y tu corta vida. Tu sufrimiento lo bebí, lo sangré y lo meé como lo hubieses hecho tú. No podría hablar mejor, más hermoso. No hablando de ti. Los dandis sí me quieren, hoy te querrían a ti también, hoy la reina te consideraría sensual, Baudelaire, el alcohol te hubiese hecho estrella, estarías en un “programa”, Baudelaire. No te hubieras muerto. No hubieses llegado a mí. Y yo no he muerto, a pesar de haber sangrado. En mi tiempo, con tu tinta. Tan inmortal como mis ojos y mi mente. Tan inmortal como nunca lo pensaste. En esa tinta que me hace golpear con odio estas teclas regalándote la mía. No puedo sino amar con odio al recordarte. Encontrar la belleza aunque preferirías mis maldiciones, Baudelaire. Ya no eres maldito. Eres sangre pura, paz e infierno.

Lo lograste, Charles Baudelaire, ¡lo lograste!