Estaba en casa. Esperando. Desnuda como cada noche. Desprendía de su cama su perfume. Todo era perfecto. Como cada noche. Su cintura deseaba ser prensada por las fuertes manos de su amante, entre sus piernas la humedad se hacía evidente. Se tornaba en un encuentro de lujuria y desespero. Lo esperaba. Como cada noche. Desnuda. Sin pensar, sintiendo: soñando despierta con sus brazos rodeándola, poseyéndola. Era suya, lo sabía. Era él. Era ella. La noche no era injusta. Alumbraba con su negro aquellos cuerpos desnudos, sudando, sufriendo, sintiendo. Enclaustrados en las nubes del olvido. Viviendo, como viven los que nunca morirán.
Estaba en casa. Esperando. Y su desnudez se hacía presente en su recámara, abarcaba cada hueco de su ausencia, despertaba de sus sueños para poseerlo por completo con
Había dejado abierto.
¿Cómo le diría que esta vez no cobraría?
Sin palabras!!! intenso es poco, erotismo de buen gusto sin llegar a ser meloso, las cosas como son. Wow.
ResponderEliminarMarian.
Genial...muy buen relato super intenso pero muy bueno!!! un relato perfecto para leer antes de irse a dormir y hechar a volar la imaginacion en los sueños!!! Saludos!!!
ResponderEliminarExcelente relato hermano y como siempre concluye de forma inesperada!!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Relato corto, muy intenso, lleno de erotismo... me encantó de verdad, y como siempre el final inesperado y genial.
ResponderEliminarTodo un placer poder seguir y disfrutar de tus letras.
Un beso...
¡Wow! ¡El final fue lo mejor!
ResponderEliminar