Era una mañana triste, una mañana promedio. Desperté, no me quedaba alternativa. Nunca me queda alternativa para hacerlo. Como manejado por un instinto automático me dirigí hacia la ducha, abrí el agua, fría. Siempre fría. Quedé limpio. No me quedaba alternativa. Me enfundé en la única camisa limpia que me quedaba y caminé hacia el metro para ir a trabajar. Sin opción. A trabajar, un día más. Una mañana triste, una mañana promedio. En el metro leí un periódico de segunda, yo soy una persona de segunda, tal vez de tercera, soy parte de las bajas calidades, pero ese soy yo. ¿Qué alternativa me queda?
Llegué a la oficina, a la triste oficina. Saludé cordialmente, porque no hay otra cosa que pueda hacer. Y me senté en mi escritorio, en mi pedazo de madera al que algunos optimistas gustan llamar espacio de trabajo. Y trabajé. Digo trabajar porque me pagan, nada más. Para mí es tan ridículo como coger y decir que hice el amor. Nunca cojo y nunca hago el amor. No me queda alternativa. A capturar datos. Tac-tac-tac-tac. Todo el puto día encajando los dedos en el teclado, no me queda alternativa. Me pagan y punto. Y necesito comer. Como poco, casi nada, pero como. Para lo que me alcanza, más bien para lo que pide mi estómago. No pide mucho. Es un estómago conformista, mi estómago también es triste, como yo. Como mis mañanas, promedio. Así soy yo, así es la vida.
Llegó la hora del almuerzo. Yo no llevo nada preparado, nunca. Mi única amiga es la señora del comedor, me cuenta historias mientras espero a que me sirvan, tal vez ella sea más triste que yo y por eso le dedique tiempo a sonreírme.
Pero aquella noche sería distinta. A las once. Lo llevaba planeado desde hace años. Sería una noche distinta. La mañana sería triste, la siguiente más. Tal vez no. Pero por primera vez, sería diferente…
es aquellos personajes que tengo una fascinación por seguir, profundizar, escudriñar en las almas. Porque personas como él abundan en nuestras sociedades, sobretodo en las capitales: personas tristes y grises para ciudades grises como las capitales.
ResponderEliminarEsperaré la segunda parte.
Me gusta, me gusta como va, ya quiero saber q pasará!!
ResponderEliminarNo se como decirlo, este personaje, así tan tirado al caño, es aquel que en algún momento llegamos a ser, un día en nuestras vidas nos sentimos así!!! Quiero ya saber que sigue, me encanta leer los relatos de mi amigo Cohen, porque nunca sabes que te encontraras y a veces te sientes identificado con alguno de los personajes, que no puedes dejar de leerlo.
ResponderEliminarÉxito amigo, espero la segunda parte. =)
ya quiero leer la segunda parte esta suoer interesante, me intrigaste por completo
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