jueves, 15 de octubre de 2009

LOS RECUERDOS Y EL DESEO

Lorena abrió la puerta: ¡un vendedor de putas biblias! Cerró mandándolo al carajo. Cinco meses fuera de casa y por fin, mientras intentaba descansar, suena el timbre. ¡Un puto vendedor de biblias! La gente no entendía lo que era estar en la guerra, lo que era escuchar los disparos, lo que era tener que esconder sus textos reales para mandar los maquillados al periódico, ser una corresponsal de guerra era un trabajo cansado. Apasionantemente caótico. Necesitaba descansar: seguir soñando con aquella Alicia en el país de las maravillas que se presentaba recurrentemente mientras dormía para arrancarle la ropa y bajar por su cuerpo hasta su sexo. Lorena despertaba a media excitación y se tocaba desesperadamente hasta tener el orgasmo que finalmente le devolvería el sueño. La última vez que había dormido con un hombre, había traído a la mente a dicho personaje.
            El vendedor de biblias intentó de nuevo. Ella gritó que no abriría, sin embargo, el tipo no se daba por vencido, sabía a lo que iba. Un dios misterioso lo había llamado a aquel oficio, necesitaba cobrar. No había comido. Lorena abrió la puerta. El vendedor nunca imaginó encontrar frente a él el pecado en un par de pechos firmes buscando ser descubiertos. Intentó respirar y quedó sin aliento. Lorena cerró de nuevo la puerta amenazándolo con llamar a la policía. ¿Cómo había entrado aquel hombrecillo al edificio?
            Llamó a Gustavo, su vecino, un trabajador del departamento de policía con aspiraciones políticas frustradas, habían estudiado juntos en secundaria, y se toparon por casualidad en el mismo edificio. Lorena le pidió ayuda para sacar al vendedor de biblias. Eran las seis de la mañana. Gustavo despertó y rápidamente bajó al departamento de Lorena, donde se encontraba aquel joven idiotizado, esperando a que la mujer de sus sueños abriera de nuevo la puerta. Gustavo pidió enérgicamente al desaliñado joven que se fuera de aquel edificio, éste, sin chistar, bajó las escaleras. Lorena abrió la puerta para agradecer. Charlaron un rato, se pusieron al tanto de sus vidas, llevaban meses sin verse. Siempre habían sido buenos amigos. Encontrándose en el callejón donde vivía Rodolfo, un ex minero anciano que les contaba historias rodeado por quince gatos y por su hijo adoptivo, un autista de diez años que había recogido de la calle.
            De pronto, por las escaleras, sube Alex, ebrio, contento, casi sin poder caminar, como siempre. Era una costumbre ver a aquel estudiante universitario entrar en juntas de AA durante la semana y tomarse un descanso de alcohol y drogas durante el fin. Alex intentó ser parte de la conversación de Gustavo y Alicia, ellos no lo rechazaron. Sin embargo, de pronto, Alex voltea a ver fijamente a Gustavo e intenta besarlo. Lorena, para evitar problemas, toma a Alex de los hombros y lo lleva a la sala de su casa para que duerma una siesta.
            Alex comienza a contar una historia a Lorena, le cuenta de aquel director de teatro callejero que conoció en alguna ocasión en Guanajuato, su primer amor. No sabía si le gustaban los hombres, pero aquel director lo había cautivado a besos y palabras. Alex no terminó de contar la historia y cayó profundamente dormido. Lorena recordó sus propias anécdotas gracias al detonador de la historia ebria de Alex. Siuyen, de sólo veintiún años, una chef extraordinaria. La había conocido en un restaurante del Perú. Charlaron de comida y Lorena tuvo que viajar, nunca se concretó nada. Pero Lorena soñó con aquella belleza durante muchas noches. Recordó también la agresividad de Javier al hacerle el amor, recordó su cara y sus gritos, recordó cómo le desgarraba la espalda con las uñas mientras la ponía boca abajo. Recordó a Sandra, una contadora pública de 36 años obsesionada con conseguir una pareja, hablando sólo de eso, hasta que llegó el beso de Lorena y todo el fin de semana encerradas en un cuarto de hotel en Honduras. Claudia, aquella empresaria de relaciones públicas que le había enseñado el amor de una mujer. Marko, el joven músico de diecinueve años que la penetró con un entusiasmo olvidado para ella Jerusalén. Denise, la joven que leía poemas de su escritor favorito mientras recibía un sexo oral desesperado por parte de Lorena. Exactamente como Esther, la loca, le había enseñado a hacerlo, tan diferente a Manuel, ese músico romántico que se corría con sólo verla. 
            Estaba perdida, Irak había sido devastador. Llevaba meses soñando, sin sentir otra piel pegada a su cuerpo. Gustavo la esperaba pacientemente en la puerta. Le recordó a Segismundo, aquel escritor solitario, gris, casi mudo, que la conquistó sin decir palabras, la sedujo con el solo lenguaje de sus manos. Lo vio en Gustavo, fue hacia él. Lo besó. Sintió todavía el sabor de Patricia, aquella mujer mayor que él con la que se había comprometido de por vida sin saberlo, sintió que Gustavo la tocaba a ella, a Patricia. No le importaba. Lo llevó a su recámara. Lo desvistió, con la mente en los sueños de Alicia y sus maravillas. Sintió el miembro duro del hombre que estaba a punto de penetrarla, no le importó la presencia de Alex, no le importó nada. Se lanzó hacia él a devorarlo, necesitaba el contacto de otra piel, masculina, femenina, daba igual. Era sólo ella. No quería sentir a sus propios dedos dentro de ella una vez más. La respiración de Gustavo la excitó.
            Escucharon un grito en mitad del coito, un alarido ahogado. El alarido a toda voz de Alex, segundos antes de morir siendo violado por un vendedor de biblias al que habían dejado la puerta abierta. 

2 comentarios:

  1. Dios mio!!! cada vez me dejas perpleja por esa imaginación que tienes...que hay en tu mente para escribir esos relatos tan intensos!!! tal vez nunca lo sepa, pero no importa porque me encanta lo que sale de tu mente...este relato estuvo fenomenal y la manera en que mezclaste a todos los personas (lamentablemente no pude participar)lo resolviste perfectamente, que te puedo decir, que no te haya ya dicho y que obviamente te seguire diciendo, me gusto muchisimo, me gusta la intensidad de la historia, la hilación y el final siempre inesperado. Estuvo increible...Saludos!!!

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  2. JAJAJAJAJAJAJAJAJA Y en lo intenso del relato justo antes del orgasmo sale ...El vendedor de biblias!!!!! sexombie hahahaha MUY bueno

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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