viernes, 16 de octubre de 2009

OCTAVIO PAZ Y SALAMANDRA

“Yo no escribo para matar el tiempo / ni para revivirlo / escribo para que me viva.” Entonces ¿eso era lo que se debía sentir con la poesía? ¿Era ese fuego incontrolable inundando cada víscera? Una sola frase cambió mi forma de ver las letras, una sola frase me mostró el alcance de la literatura. ¿Por qué esa frase? No lo sé. No definiría nunca a la poesía con esa frase, ¡dios me libre! Lo que sí haría es definir lo que se puede sentir con la poesía. Ese momento de un corazón desesperado intentando salir corriendo, gritar y degollar a los silencios. La poesía se siente con la sangre, eso me lo enseñó Octavio Paz hace muchos años, mientras cambiaba el flujo de mi sangre y su temperatura, mientras lograba que ésta corriera a una velocidad nunca antes vista. Eso era. Eso era justo lo que andaba buscando. No supe qué hacer. Fui a una librería. Coyoacán. Solo. Con catorce años y un amor por las letras que sabía que no conocía, pero que me habían encontrado en casa de mi abuela hojeando un  libro que se llamaba Salamandra del bien reciente Nobel mexicano. Mi mentor. Quien me dijo el secreto, con cuyo aval llegué a la librería sin saber, pero queriendo.
            Llegaba a preguntar, gritando. Veía títulos y los quería todos. Quería mi propia edición de Salamandra. No la tenían, tenían Posdata, el Laberinto de la soledad. Los compré. Compré otros, no los recuerdo, pero llegué a mi casa sin un centavo y con muchos libros, desconocidos invitados a la fiesta que daba Paz, a la fiesta en la que yo era invitado de honor. Fui a casa de mi abuela y robé su Salamandra. No podía no hacerlo, no podía prescindir de aquel tesoro. Me pertenecía. La poesía me pertenecía. No lo que hacía en mis libretas para mojar los calzoncitos de las niñas. Eso no. La poesía de verdad, esa que me enseñaba Octavio Paz, la distinta. Ahí estaba yo, con el Laberinto de la soledad intentando descifrar Salamandra. Pobre pendejo perdido entre pachucos y Sor Juanas. Pobre pendejo jugando a leer. Idiotizado por las palabras, no sabía lo que buscaba, no buscaba nada. Tenía a Octavio Paz enseñándome las cosas, la verdad del crucigrama, enredándome como un niño pequeño balbuceándo a mi adolescente oído.
            En Salamandra, años después supe, no hay reglas, no hay verdad y no hay mentira. En Salamandra cabe un siglo, cabe una vida. No hay reglas, repito. Están prohibidas. Salamandra habla con su tinta. Con el papel y la ciudad, con los paisajes y los arroyos, con el cielo y con los coches. Salamandra, despoja de poesía a la poesía y la renueva en intrincadas melodías sin melodías. “Con la lengua cortada / Y los ojos abiertos / El ruiseñor en la muralla” ¿Cuál muralla? Octavio Paz, ¿cuál muralla? Las derribaste todas esa tarde. ¡Las destrozaste! Lámpara, aspiración y la palabra. El tiempo mismo. La locura de las letras.
            Su pobre voz atormentada, aguda, lenta. Mal leyendo sus poemas. Su pausa en el hablar se perdía en su voracidad al escribir en Salamandra. ¡Eso es una pluma! Pienso, ¡eso es una pluma! Y bebiendo del secreto de una admiración oculta, Salamandra. Era yo, no lo admiraba, lo sudaba, lo lloraba. Lo vivía. Lo gritaba a toda voz en mi memoria. Lo escribía. Para eso escribía. No para matar el tiempo, ni para revivirlo, para que me viviera, Salamandra, aquella voz interna que me metía al más sufrido oficio, al menos venerado. Al inútil pero fértil oficio de la poesía.
            Octavio Paz es un poeta. Mi distante ensoñación me quita el título por siempre. Salamandra es mi poesía. Y yo escribo acertijos ingeniosos, derrotados. Salamandra será siempre mi guarida.  

4 comentarios:

  1. Hoy dedicaste tu post a alguien quien admiro muchisimo, alguien que con su trabajo, me ha llevado por caminos tan lejanos a los mios... Octavio Paz me ha hecho sentir tantas cosas con sus letras...que recurre a ellas cuando mis sentimientos me piden a gritos que las lea...Tu post me deja un muy buen sabor de boca. Saludos!!!!

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  2. PAZ,,, LA MENOS POPULAR DE NUESTRAS BESTIAS,,, EL UNICO QUE SE ATREVIO A DECIR DE FRENTE UNA POESIA INCOMODA,,, HONDA,,, ALEJADA DE LO QUE ERA EL ARTE,,, ALEJADA DE LO QUE ERA MEXICO,,, DIBUJO AL MEXICANO COMO EL PROTOMACHO PSEUDODEMOCRATA QUE TEME A LA APERTURA COMO A LOS PECADOS,,, VIOLENTO E INSENSIBLE,,,PAZ NO ERA SIQUEIROS,,, NO ERA RIVERA,,, NO ERA ARREBATO Y FUSIL,,, NO ERA EL AGUILA FIERA,,, ERA UNA BESTIA DISTINTA QUE DECIA LA VERDAD DESDE ADENTRO Y DESDE AFUERA,,, SENTIA TODO LO QUE SENTIAN TODOS,,, PERO SU DIGESTION ERA DISTINTA,,, PAZ ES FILOSOFICO, PROFUNDO,,, SERENO, UN SIDHARTA PERDIDO EN AGUAS NACIONALES :D,,, LO SEDUJO A USTED A LOS CATORCE???,,, ESO LO DESCONTEXTUALIZA A USTED,,, LO DEJA SOLO,,, LE NIEGA A CORTA EDAD LA IDENTIDAD NACIONAL,,, LO ENSOMBRECE,,, YA SE ME HACIA QUE NO ERA NORMAL QUE CONFIGURARA LA PERSONALIDAD DEL PRINCIPITO CON ESA EXACTITUD QUIRURGICA, MASACROSA, SU RELATO ES UNA IMAGEN CONOCIDA,,, DE HECHO UNA CONSECUCION DE IMAGENES QUE CONFIRMAN LA IDEA QUE TENGO DE LO QUE USTED ESCRIBE,,, QUIEN NO SABE LEER,,, LEER DE VERDAD,,, CON ESTA DESESPERACION DE UNOS CATORCE AIRADOS, NO PUEDE LEER A PAZ,,, PERO TAMPOCO PUEDE LEER A COHEN,,, GRACIAS POR ESCRIBIR SUS PASIONES

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  3. es verdad que hay lecturas que te viven y no tu a ellas. Emocionalmente perfecto, como siempre

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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Un observador del mundo actual. Leo. Luego escribo. A veces me cuesta trabajo comprender que existo. Pero me gusta observar el mundo actual y plasmarlo en letras. No hay mucho más.

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